Khalil Joreige y Joana Hadjithomas filman esta historia de bajo presupuesto, concebida inicialmente como un cortometraje y que -sin ánimo de denuncia- narra el encuentro de dos actores con el escenario de fondo de un país que intenta superar las heridas del ataque israelí del 2006.
El director Khalil Joreige visitó este miércoles Madrid para hablar de esta película, un proyecto que salió adelante a pesar de los múltiples problemas con los que contaba, entre ellos, la carencia de dinero, la dificultad de contar con una estrella de la talla de la actriz gala o la existencia de miles de minas antipersona.
Catherine Deneuve, a quien los directores no conocían personalmente antes de este proyecto, accedió a interpretarse a sí misma sin «poner pegas, ni por el dinero, por la seguridad o por las condiciones en las que haríamos el viaje», explicó el realizador. La intérprete se desplazó a Beirut durante una semana en la que recorrieron los diferentes escenarios del país, aunque la historia final que ve el espectador se desarrolla a lo largo de un día.
«El hecho de contar con una estrella como Catherine hace que el espectador juegue entre la ficción y la realidad todo el tiempo; es difícil separarlas en esta historia, por eso nosotros preferimos hablar de una aventura en la que contamos un encuentro entre dos personas que se ven y se miran, igual que miran el país», explicó Khalil Joreige, quien comentó que «nadie» se creía que la actriz sería capaz de viajar a Beirut para participar en esta cinta. «Lo que más nos ha sorprendido de ella ha sido su capacidad para adaptarse a las condiciones y para comprender la situación en la que estaba el país», explicó el director, que define a Deneuve como «una estrella pero también un icono del cine».
«Hay esperanza»
«Je veux voir» (quiero ver), dice la actriz en la primera escena de la película. «Es peligroso», le responde alguien a su espalda, pero ella insiste, es un viaje que «tenía que haber hecho antes» y ahora no quiere perderse ningún detalle. A su lado, Rabih será su guía y su compañero de viaje, una persona que también necesita ver para no ser un extranjero en su propio país; aunque para él, ver significa rozar el límite, caminar entre los escombros de lo que antaño fue la casa donde veraneaba con su abuela. Un lugar que ya no existe.
En medio de este viaje sorprendente, lleno de anécdotas -¿improvisadas o parte del guión?-, en medio de los edificios destrozados, las carreteras cortadas o el peligro de las bombas racimo, el paisaje del país emerge ante los ojos de los protagonistas con un claro mensaje: hay esperanza de paz en esta tierra de encuentros.
Los realizadores no han querido generar polémica con esta película, por eso no pone el acento en la violencia ni en la destrucción, no acusa sino que se centra en el encuentro entre estos dos desconocidos que construyen un viaje juntos y a lo largo de ese viaje interiorizan un país. El guión no ha sido un elemento primordial en este proyecto, ya que los directores preferían dejar vía libre a la espontaneidad, quizás para mantener el suspense entre el documental y la ficción. Lo que sí es verídico es que en muchos puntos los soldados no les dejaron rodar ni tan siquiera acercarse, mientras que sí pudieron estar al lado de la frontera con Israel, «quizás porque Catherine venía con el equipo».