martes, enero 21, 2025
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«No hay brotes verdes, sino un páramo de destrucción de empleo y actividad»

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-¿Desde el IEE se están empezando a ver también los brotes verdes?

El seguimiento de la coyuntura y de los indicadores anticipados no permiten ver ningún punto de recuperación. Es cierto que en algunos indicadores, no en todos, empieza a ralentizarse el deterioro, pero ello no quiere decir que haya recuperación, porque mientras sigan siendo negativos no habremos tocado suelo.

-¿Entonces creen que aún no hemos tocado fondo?

Para hablar de recuperación no podemos conformarnos con que se desacelere la caída, sino que tendríamos que empezar a ver signos positivos de la evolución de las variables. Bien es cierto que después del intenso periodo de ajustes que hemos sufrido en los dos últimos trimestres, sí están siendo ahora datos menos dramáticos, pero aún así siguen siendo significativos. Ojalá estuviéramos en un prado de recuperación económica, pero ahora mismo estamos en un páramo de destrucción de empleo y de actividad.

-Lo más cercano a la gente es la destrucción de empleo. ¿Se puede observar algún horizonte de recuperación?

El ajuste del primer trimestre ha sido tan intenso que seguramente en los próximos trimestres la destrucción será menor. Si bien es posible que el año concluya con un ajuste de empleo del cercano al 5% respecto al 2008.

-¿Por qué se está perdiendo tanto empleo?

-Está cayendo la actividad económica y los sectores más afectados han sido además los más intensivos en empleo. Pero, al mismo tiempo, la rigidez laboral hace que el único medio de ajuste sea a través de contrataciones y despidos. El ajuste hay que sufrirlo, pero la duda está en cómo se podía repartir entre el conjunto de trabajadores con una prudencia y una moderación o incluso una caída salarial respecto a años anteriores, o bien repartirlo entre unos pocos que caigan en el desempleo. Y esto último es a lo que incita la rigidez laboral.

-Y ustedes abogan precisamente por una menor rigidez:

-Las economías liberalizadas y desreguladas tienen una mayor capacidad de ajuste y de recuperación, orientándose hacia otros sectores. Pero el gobierno no deja que el ajuste se produzca de forma natural, al intervenir en los mercados e imponiendo el criterio de que él sabe cuáles van a ser los sectores con más futuro, en lo que llama el cambio de modelo. A mi me da mucho miedo esto de los modelos dirigidos por un burócrata, por un político. Queremos cambiar el modelo, pero mediante subsidios y mediante favores políticos, en lugar de dejar que cambie por sí mismo, liberando factor trabajo o capital donde ya no se demanda.

-¿Y para incentivar este cambio de modelo no son válidas las ayudas?

-Pero es que al mismo tiempo, gran parte de la ayuda pública es para subsidiar a los sectores que están en crisis, lo cual mantiene su coyuntura a corto plazo, pero solo consigue retardar el ajuste necesario. En la medida en que se les subsidia estos sectores, el ajuste se hace menos duro, pero tiene también el inconveniente inevitable de que se está dilatado el ajuste económico.

-Otro de los problemas a los que se refieren a menudo es la falta de competitividad

-Es una crisis importante que se suma a la situación internacional. Para acabar con esta situación es necesaria una liberalización para que los factores sean los más económicos posibles: el mercado del suelo, el mercado laboral, el mercado de energía. Pero también hay unos costes directamente imputables a las administraciones públicas que son los costes fiscales. Las cotizaciones sociales deberían bajarse para amortiguar la destrucción de empleo, y también bajar el impuesto de sociedades para generar incentivos para nuevos proyectos de inversión, y al mismo tiempo liberar recursos para autofinanciación.

-¿Cuántos puntos aconsejarían?

La tendencia debe ser que el impuesto se sitúe cerca del 20% y a corto plazo iniciar esa tendencia paulatinamente. La rebaja del impuesto de sociedades aprobada recientemente por el Gobierno bienvenida sea, pero en estas condiciones es testimonial. La rebaja ha de ser decidida y no testimonial para salvar la cara de que se está haciendo algo cuando realmente se está haciendo muy poco. Y ningún proyecto de inversión se va a hacer con esa rebaja, porque los proyectos se hacen de acuerdo con la rentabilidad esperada. Porque en un momento de caída de beneficios, esta medida aparentemente buena va a estar tan limitada que no va a tener impacto.

Además, ante el déficit de inversión existente actualmente, la gente confunde neutralidad del impuesto con que no haya incentivos fiscales, y no es así. Lo que no tiene sentido es que se apoye a la inversión en sectores concretos o a empresas únicas. Hay que apoyar decisiones generales, como por ejemplo incentivar a la inversión nueva, mediante una deducción por inversiones nuevas. Hasta el 95 había una deducción del 15% por inversión en activos fijos nuevos, o la exención por reinversión en actividades productivas. Sería equivocado que el Estado apoye inversiones en sectores concretos. Pero sí hay que incentivar las nuevas inversiones y que sean las empresas las que decidan dónde invertir en un futuro. No tiene sentido incentivos fiscales para inversiones irracionales.

-¿Es compatible apostar por un cambio de modelo y, al mismo tiempo, adoptar medidas destinadas a sectores en crisis?

-Las economías cambian cuando hay una crisis económica. Lo que sucede es que las que tienen éxito buscan crear las condiciones para que la destrucción se sustituya por nuevos sectores que restablezcan la situación, y por eso es tan importante dejar que sean los empresarios con sus apuestas de riesgo, de inversión, los que digan hacia dónde van las cosas.

Y en estas condiciones el ajuste de empleo ya se ha dado, pero ahora hay que crear los marcos adecuados para que aquellas actividades que apuestan por sectores de futuro tengan facilidad para contratar. Y si no se está contratando a nadie en las actuales circunstancias, mejoremos el marco para que se contrate a más gente.

Es mucho mejor para un trabajador tener un contrato con una protección por despido de diez días que estar en el paro. Tarde o temprano los empresarios empezarán a buscar nuevas oportunidades de negocio y nuevas actividades. Pero estamos tan preocupados en proteger el marco actual que se nos olvida crear un marco estable para el futuro.

Hay que pensar sobre todo en flexibilizar la contratación, pensando en menor rigidez de la salida, porque cuando tú haces rígida la salida en cualquier tipo de contrato, en el fondo estás disuadiendo la entrada al mismo.

-Generalmente la patronal y los servicios de estudios hablan sobre todo de la indemnización por despido. Pero, ¿no tienen en cuenta otros aspectos?

-Los costes de despido no dejan de ser un coste diferido y es un encarecimiento del coste laboral. En coyunturas normales los costes de despido no son tan importantes porque se ve como una posibilidad certera pero de probabilidad baja. En la coyuntura actual cuando contratas a alguien nuevo la posibilidad de que te vaya mal es muy alta. Por eso es algo determinante. Además hay que tener en cuenta que la propuesta es para los nuevos contratos. Lo mejor sería que los antiguos también se modificaran, pero la propuesta que se está barajando y que muchos profesionales han dicho es que los nuevos contratos sean los más fáciles, sencillos y objetivados.

También hay que tener en cuenta la negociación colectiva. La negociación colectiva posiblemente tendrá que ser mucho más apegada al terreno y esto se podría proponer en que simplemente con el hecho de que los acuerdos empresariales prevalezcan sobre los sectoriales. Además en un acuerdo de negociación colectiva siempre ganan los que ya están trabajando y pierden los que están en paro o los trabajadores temporales.

-En cuanto a la producción, ustedes habla de una contracción de la economía en 2009 y 2010 ¿cómo va a ser esta recesión?

-Estamos en la U, pero todavía estamos en el lado de caída, no hemos tocado suelo. No podemos aventurar todavía la forma de la recesión, pero todo hace indicar que la recuperación se va a postergar y que no va a ser rápida. La U la veo bastante difícil de alcanzar por nuestra crisis de competitividad. La economía europea va a ir detrás de la norteamericana y la española aún más. Por ello, y por los problemas internos, yo me inclino más a pensar que la recuperación española se va a postergar en el tiempo hasta el 2011 o el 2012.

-Entonces, ¿podemos darle una forma concreta?

-Yo me inclino más por la L o la J invertida, más que una U. Todavía es pronto para ver la forma, estamos dando por hecho una recuperación pero sólo si se gestiona adecuadamente. Es decir, si la sobrecargamos de deuda, que es lo que estamos haciendo, la capacidad de recuperación también se dilata. Ahora mismo se está comprometiendo el futuro.

-Ve posible alcanzar objetivos de menos gasto público?

El problema del déficit público es que se le ha echado mano muy deprisa y muy rápido pero para nada, porque si echamos cuentas vemos como la mayor parte de este déficit público no va al crecimiento. La gente piensa que este déficit público está sosteniendo la actividad y eso es mentira. Lo que está sosteniendo es el déficit exterior. Y el problema es la enorme generación de deuda pública, que además está afectando a los mercados.

-Sí parece más preocupante es la caída de los precios

-En realidad, la contracción de los precios es un dato positivo porque facilita el ajuste de la economía española. Y no supone deflación, que eso sí es un peligro, porque te obliga a que los mercados laborales tengan que ajustarse bajando los salarios o, en realidad, con nuevos despidos. Y también es mala porque hace que cualquier decisión de compra o de inversión se posponga a mañana porque va a ser más económica. Y ahora mismo no está habiendo deflación, sino un simple ajuste en los precios, como consecuencia del efecto bajada de los costes del petróleo. Y esto es bueno por el ajuste. Otra cosa sería por la contracción de la demanda. En cualquier caso la debilidad de la demanda agregada no ha sido la culpable del ajuste de precios, sino los precios del petróleo.

-¿Confían en que alguna de estas medidas se puedan aplicar?

-El Gobierno tarde o temprano acertará. Hasta ahora no ha tenido mucho atino, y eso que empezó la crisis con mucho margen, pero el superávit se ha convertido en un déficit impresionante prácticamente sin haber orientado medidas buenas. Ha hecho algunas medidas buenas también, como la desaparición del impuesto de patrimonio que, con un coste muy pequeño no deja de ser una medida orientada a favorecer la actividad empresarial. También valoro, aunque es insuficiente, la bajada del Impuesto de Sociedades a determinadas empresas. Lo que no me parece bien es este despilfarro y este aumento del gasto público, con decisiones de gasto discrecionales en proyectos de utilidad muy discutible y decisión muy superflua. La cuestión del gastar por gastar, como por ejemplo el plan improvisado para gastarse 8.000 millones en proyectos que no se habían acometido antes. En una crisis hay que ahorrar, y no gastar en tonterías. Gastar en lo que sea necesario. Y el gasto más necesario ahora mismo es fortalecer los incentivos para que las empresas tengan la capacidad de remontar en la actual coyuntura.

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