El presidente iraní insistió en que su triunfo es el triunfo del pueblo «contra aquellos que son sus enemigos» y recalcó que la población ha demostrado que rechaza a aquellos «que meten la mano en las arcas públicas». Sus palabras eran coreadas por grupos de seguidores que clamaban «Hashemi, ten vergüenza y sal del país», en alusión al ex presidente Ali Akbar Hashemi Rafsanayní, al que Ahmadineyad ha acusado de corrupción.
El ultraconservador presidente iraní afirmó que seguirá adelante con las políticas emprendidas, tanto nacionales como internacionales, porque el pueblo «ha elegido el continuismo» frente a aquellos que quieren esquilmar el país.
Mariam Hafezi, una joven de 24 años que confesó que había llegado en autobús, afirmó que «Ahmadineyad ha ganado porque es una persona honesta» y atribuyó las denuncias de la oposición «a una conspiración en la que participa la prensa internacional». A escasos metros, una voluntaria basij repartía octavillas a los presentes en las que ofrecía «financiación para un viaje a Siria».
El resultado ha elevado notablemente la tensión en Irán, con miles de personas en la calle que se manifiestan coreando lemas como «éste no es mi voto» y «abajo el gobierno golpista». Las manifestaciones están siendo reprimidas con violencia por la Policía y por grupos de milicianos islámicos Basij, que recorren la ciudad en motos armados con porras y palos.