lunes, enero 20, 2025
- Publicidad -

El pecado en la crisis económica

No te pierdas...

Los que visitan Rusia suelen acabar por habituarse a la omnipresencia, al menos de carácter estético y visual, que la religión ortodoxa tiene en la vida de sus habitantes. En los circuitos turísticos, donde cada vez es mayor la presencia de españoles en cualquier lugar del vasto territorio ruso, es habitual comenzar cada visita a una ciudad acudiendo a alguno de sus templos, en su inmensa mayoría ortodoxos. Esto no quiere decir que en algunas ciudades, como ocurre en la histórica Kazán, el cristianismo ortodoxo no coexista con el islam en buen amor y compañía; ni que algunas sinagogas o templos budistas se alcen allí donde habitan seguidores de estas religiones.

En muchos templos ortodoxos rusos, las mujeres se ven constreñidas a tapar sus pantalones de viaje con unas mugrientas faldas, alquiladas en la entrada de la iglesia por unas matronas que de ese modo buscan redondear sus ingresos. También se les exige cubrir la cabellera con un pañuelo, lo que recuerda a aquellas mantillas que las mujeres españoles tuvieron que utilizar para poder entrar en las iglesias hasta tiempos relativamente recientes, que los más veteranos recordamos bien. Como es natural en las religiones «del libro», los hombres pueden vestir más a su gusto, siempre que no pretendan visitar las iglesias en atuendo playero. Otros templos rusos, más dados a la solidez financiera que a cumplir las normas canónicas, atenúan los requisitos exigibles a los turistas, para fomentar la venta de recuerdos, imágenes, velas, estampas y otros productos del ramo religioso, al estilo de lo que se observa en Fátima o Lourdes, sin ir más lejos.

En el renacer que la religión experimenta en lo que fue la Rusia soviética y oficialmente atea, ya no choca la presencia de los más altos dirigentes del Estado en las barrocas ceremonias del cristianismo ortodoxo ni tampoco su discreta intervención en la designación de los principales jerarcas religiosos. En la Rusia postsoviética, Iglesia y Estado parecen haber encontrado un mutuo acoplamiento, beneficioso para ambos.

En estas circunstancias no sorprende saber que el Patriarcado de Moscú y el Servicio Federal de Agentes Judiciales han firmado un acuerdo que tiene por objeto aliviar algunas de las dificultades producidas por la actual crisis económica. En lo que se me alcanza personalmente, ningún otro país del mundo ha recurrido todavía a nada parecido, por lo que se trata de una singular primicia en el ámbito de las ciencias económicas.

El acuerdo firmado compromete a la Iglesia a que sus sacerdotes proclamen insistentemente en los sermones que el pago de las deudas es obligatorio en conciencia y que es pecado no devolver lo prestado. Se pretende con esto aliviar el trabajo de los juzgados, abrumados en ocasiones por el creciente número de efectos impagados como consecuencia de la crisis económica.

«Los sacerdotes van a decir que las deudas no pagadas son pecado para un cristiano, lo mismo que el robo», afirmó un portavoz de la judicatura moscovita. Se pretende alcanzar acuerdos similares con el islam y el budismo. A un musulmán endeudado le está prohibido peregrinar a La Meca, lo que debe hacer al menos una vez en la vida. Por su parte, los budistas enseñan que las deudas de una persona le acompañan en futuras reencarnaciones y son un lastre para su liberación final, pues deterioran la energía de su karma.

Pero el pueblo ruso ha vivido mucho, ha sufrido experiencias que pocos pueblos han conocido, y aunque a veces simula creer en muchas cosas, por su propio interés personal, sólo acaba creyendo en lo que ve, tras haber creído profundamente en lo que nunca llegó a ver. Los comentarios populares sobre el acuerdo firmado entre Judicatura y Patriarcado revelan cierto escepticismo, pues muchos opinan que tanto aquélla como éste sólo pretenden salvar su imagen en época de crisis, cuando una reciente estadística ha mostrado que un 52% de los entrevistados reconoce tener muchas dificultades para saldar sus deudas.

Ahora que Rusia estrecha lazos con la OTAN y con EEUU, quizá fuera llegado el momento en que el tándem Medvedev-Putin mostrara a Obama esta nueva fórmula de recuperación económica, en el próximo encuentro a celebrar en Moscú. Un pueblo tan hiperreligioso como el de EEUU quizá reaccione en sentido positivo si le tocan la fibra del pecado, y a los tiburones capitalistas que desencadenaron la crisis quizá la idea de un llameante infierno inevitable les contenga ante los futuros desmanes financieros que ya estarán tramando.

Sin embargo, no parece prudente hacer intervenir al Vaticano en este asunto, dado su elástico y acomodaticio sentido del pecado. Fácil es recordar la unción con la que el general Videla comulgaba de la mano de su obispo ante las cámaras de televisión, y a todos se nos alcanzan los equilibrios dialécticos que sus teólogos oficiales han desarrollado para ensanchar «el ojo de la aguja», a fin de que los ricos puedan entrar también en el reino de los cielos. Con tanta flexibilidad mal funcionaría el nuevo método anticrisis patentado en Moscú.

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -