Las relaciones entre el jazz y las artes a lo largo del siglo XX se analizan desde este martes en el CCCB en una gran exposición que ilustra de manera cronológica cómo el sonido del jazz ha influido en la pintura, la fotografía, el cine, la literatura, el grafismo o los dibujos animados.
El director del CCCB, Josep Ramoneda, ha subrayado que «el jazz constituye, junto con el cine y el rock, las tres grandes manifestaciones artísticas más importantes del siglo XX».
Bajo el título El siglo del jazz, la exposición se articula cronológicamente en torno a una línea del tiempo a lo largo de la cual se abren diez secciones que evidencian las relaciones del jazz con las otras disciplinas artísticas y explican así la historia del siglo siguiendo la huella de este hilo conductor musical.
En ese recorrido, el comisario, el filósofo y crítico de arte Daniel Soutif, se ocupa de los primeros años (antes de 1917), de la era del jazz en América (1917-1930), la Renaissance en Harlem (1917-1936), los ‘años locos’ en Europa (1917-1930), la era del swing (1930-1939), los tiempos de guerra (1939-1945), el Bebop (1945-1960), el jazz de la costa oeste (1953-1961), la revolución free (1960-1980) y los contemporáneos (1980-2002).
La muestra, que estará abierta al público hasta el 18 de octubre, cuenta con más de 1.000 piezas expuestas entre obras de arte (150), audiovisuales (80), fotografías (100), partituras (100), portadas de disco (200) y documentos como libros, revistas, programas, carteles y objetos varios.
Orígenes
Las investigaciones a propósito de su origen o de su significado primario probablemente no se acabarán nunca, ha comentado Soutif, pero por lo menos es seguro que, un día de 1913, un tal Ernest J. Hopkins publicó en las páginas del diario San Francisco Bulletin un artículo breve titulado «In Praise of ‘Jazz’, a Futurist Word Has Just Joined the Language».
Además de afirmar que «jazz» significaba algo parecido a «vida, fuerza, energía, efervescencia de espíritu, alegría, vivacidad, magnetismo, inspiración, virilidad, exuberancia, valor, felicidad».
En aquella primera mención, el autor también subrayaba la dimensión sonora, no de su significado, sino precisamente de la palabra en sí, calificada como «extraordinaria y que suena bien».
Bastaron cuatro años para que el jazz figurara impreso debajo del pequeño agujero central de la etiqueta pegada en un pesado disco negro, en cuyos surcos había grabados unos pasajes destinados a convertirse en históricos.
Primeras grabaciones
Los músicos blancos de la Original Dixieland «Jass» Band tuvieron el privilegio de ser los primeros en entrar en un estudio de grabación -era el 26 de febrero de 1917, en Chicago- para fijar en la cera los primeros ejemplos de esta nueva música.
Cinco años más tarde, Francis Scott Fitzgerald se la apropiaría, ya no para designar sólo un tipo de música, sino toda una época: «Tales of the Jazz Age» era el título de una de las más famosas recopilaciones de relatos del siglo.
Al final de ese mismo siglo aparecería otro libro, esta vez titulado simplemente «Jazz», firmado por Toni Morrison, la única escritora afroamericana que ha recibido hasta ahora el premio Nobel.
En ese recorrido histórico por el mundo del jazz no faltan los grandes nombres de esa música, Louis Armstrong, Duke Ellington, los Harlem Hellfighters, Josephine Baker, Tommy Dorsey, Glenn Miller, Ornette Coleman, Miles Davis o Tete Montoliu.