Luban Al-Husein fue detenida hace dos semanas en un café de la capital sudanesa, Jartum, por vestir pantalones, una prenda considerara «inadecuada» e «inmoral». Estaba previsto que este miércoles se confirmara la sentencia, consistente en 40 latigazos, pero su abogado, Nabil Adib, alegó su inmunidad diplomática en su condición de trabajadora de la ONU.
Numerosos periodistas que se dieron cita en el juzgado protagonizaron un forcejeo con las fuerzas de seguridad, que usaron porras e impidieron que se filmaran los incidentes. Decenas de mujeres presenciaron el juicio, algunas ataviadas con tejanos y otras enarbolaron pancartas en las que denunciaban la violación de los derechos humanos.
La batalla de Lubna
A la vista asistieron representantes diplomáticos de las embajadas de Francia, España, Canadá y Suecia, así como políticos sudaneses y miembros de la Federación Femenina Sudanesa. Lubna dijo a Efe que ella desea «librar una batalla jurídica para demostrar la inconstitucionalidad de la ley del orden público que condena con latigazos a las mujeres». «Considero que la ley infringe la Carta Magna», añadió.
Lubna escribe en publicaciones sudanesas en las que critica la situación del país, a su régimen y a los extremistas islámicos. Sudán, un país con una población mayoritariamente musulmana, es uno de los más estrictos en la región en asuntos relacionados con la moral pública. En gran parte del país rige la «sharia» o código legal islámico.