A pesar de estas reducciones, el año pasado China condenó a un total de 159.020 delincuentes a penas de muerte, cadena perpetua o más de cinco años de prisión, cifra que supone el 15,8 por ciento de todas las sentencias delictivas pronunciadas en el país asiático. Según Zhang, la sentencia de «pena de muerte con indulto» se usará más en los tribunales con la mejora de la legislación. Esta sentencia permite conmutar la pena capital por cadena perpetua y posteriormente a 20 años de prisión o a penas incluso más leves por buen comportamiento.
«Es imposible la abolición de la pena capital en el país bajo la realidad social actual, pero es importante realizar un esfuerzo para controlar de forma estricta la aplicación de esta pena por parte de los órganos judiciales», señaló Zhang en una entrevista con el diario.
China es uno de los países más criticados por la comunidad internacional y los grupos de derechos humanos por su aplicación de la pena de muerte, que supera a la cifra combinada del resto de países del mundo que practican esta condena.
Apoyo social de los chinos a la pena
El vicepresidente del tribunal señaló que la pena de muerte ha contado en China con un fuerte apoyo durante más de 5.000 años, y que este castigo se ve entre la población como un «ojo por ojo, vida por vida». «Los departamentos judiciales deberían aplicar esta sentencia lo menos posible, y no hay que recurrir a la pena de muerte contra aquellos que tengan un motivo para no ser ejecutados», agregó Zhang.
En este contexto, el juez señaló que la pena de muerte se aplicará sólo para «un número extremadamente pequeño» de delincuentes que hayan cometido delitos muy graves o abyectos con consecuencias sociales graves.
Zhang señaló que el TPS está siendo muy cauteloso con asesinatos dentro de una familia o entre vecinos, en los que generalmente se aplica la ejecución, y está usando sentencias menos radicales si el acusado se confiesa culpable o a compensado a la familia de la víctima.
Estados Unidos, China e Irán concentran un 80 por ciento de las ejecuciones que se llevan a cabo cada año, según datos de Amnistía Internacional, pero el país asiático supera con creces a los otros dos.