La cita comenzaba con la entonación por parte de todos los presentes del Himno Nacional Salve oh patria seguida de la presentación llevada a cabo por el Encargado de Negocios de la Embajada de Ecuador en España, Santiago Apunte Franco, y unas palabras de agradecimiento dedicadas a las personas encargadas de organizar el evento.
Inmediatamente después, el consejero de la Embajada, Leopoldo Rovayo, dio paso a la ponencia de la profesora de la Universidad Complutense de Madrid, Pilar Ponce Leiva, sobre el proceso de revolución que se inició en Ecuador 200 años atrás.
Ambivalencia frente al dogma
La profesora Titular de Historia de América y natural de Quito dividió su conferencia, «Conmemoración del 10 de agosto de 1809: Luces y sombras en su bicentenario», en tres bloques que daban respuesta a tres preguntas principales: y ¿Para qué pasó? (Consecuencias e implicaciones de la independencia.
En primer lugar, expuso brevemente el contexto histórico tanto en España como en Ecuador (colonia afiliada a la corona por aquel entonces), en el cual la amenaza napoleónica, la abdicación de Carlos IV y los enfrentamientos con las autoridades metropolitanas ecuatorianas, constituyeron el caldo de cultivo que incitó a una élite de personas influidas por la Ilustración a proclamar el 10 de agosto de 1809 una Junta Suprema en Quito y proponer un cambio de gobierno. Todo ello desembocaría posteriormente en la creación de una Constitución propia.
La ponente destacó el proceso revolucionario paralelo vivido en ambos países, donde, frente a la incertidumbre generada por la invasión francesa, se convocaron juntas que asumieron la soberanía. «Quito es un caso muy particular en el conjunto de América. Fue la primera ciudad en constituir una junta, en convocar elecciones y en lanzar una Constitución» señaló Ponce Leiva.
Tras la exposición de los hechos, la profesora comentó la cadena de causas que provocaron el levantamiento en Quito, entre las cuales destacó el tradicional conflicto criollo-peninsular, los enfrentamientos entre las élites locales y las autoridades metropolitanas y las reformas borbónicas que instauraron la libertad de comercio y mermaron la economía de la actual capital de Ecuador.
La charla concluyó con una llamada a la ambivalencia frente al dogma a la hora de analizar los hechos acaecidos en 1809. «No hay una América que se opone a una España caduca. En este contexto hay movimientos políticos que convergen y se enfrentan. Además, frente a esa mirada simplona de ‘criollos patriotas’ y ‘peninsulares realistas’, en los dos bandos hubo fusilamientos y conflictos internos».
Recordó finalmente la celebración del primer centenario, cuando intelectuales españoles y sudamericanos mantenían una estrecha relación durante el Modernismo. «Elaboraron un discurso distinto sobre el Hispanismo y una nueva forma de entender al Otro después de tantos siglos peleados. La Guerra Civil Española truncó esa iniciativa pero hoy tenemos una segunda oportunidad. Veremos de qué somos capaces».
Concierto y fin del acto
Como broche final a las palabras de Ponce Leiva, el Duo Paganini, formado por el violinista Jorge Saade y el guitarrista Julio Almeida, deleitó a los presentes con un concierto en el que las desgarradoras notas de violín se entremezclaron con la melancolía de la guitarra española, y donde destacó la interpretación de la pieza «Pasional» de Enrique Espin Yépez.
«Tiene un significado especial celebrar el bicentenario en Madrid. Hace 200 años éramos enemigos. Ahora 200 años después somos hermanos y compartimos una cultura en común» afirmaba entusiasmado el ecuatoriano Jorge Saade.
La velada siguió tranquila en uno de los salones del Museo de América, donde madrileños y ecuatorianos brindaron en el cóctel de clausura por el especial aniversario y motivo del acto.