Los orígenes del Bolshoi se remontan a 1776 y sus bailarines son famosos por el alto nivel técnico que poseen y su gran versatilidad, y era el 9 de abril de 1968 cuando se estrenaba en Moscú esta versión de Espartaco, un ballet en tres actos que narra la historia del esclavo que lideró una rebelión contra el Imperio Romano.
que estará en el Real hasta el día 10 de septiembre, rompe con la tradición de la ‘prima’ bailarina rodeada de otros bailarines, presentando a un hombre en el papel principal, lo que se ha convertido en una de las señas de identidad del Bolshoi, «igualar las oportunidades entre hombres y mujeres para los papeles principales», dijo Grigorovich durante la presentación del espectáculo.
Para concebir este espectáculo, Grigorovich se basó en la novela de Raffaello Giovagnoli (1874), en hechos históricos y en el guión de Nikolai Volkov, pero la mayor inspiración le «vino de la colaboración con Aram Jachaturián», quien compuso «una música que cuando no bailas sientes la necesidad de hacerlo», comenta.
La presencia de la Orquesta Sinfónica de Madrid
En esta ocasión, la Orquesta Sinfónica de Madrid, dirigida por Pavel Sorokin, será la encargada de interpretar las partituras de Jachaturián para recrear el espectáculo que mejor representa al Bolshoi, un ballet que nada tiene que ver con las versiones de Espartaco de Jacobson y Moiseev, pero que ha ido readaptando Grogorovich función tras función a lo largo de los más de cuarenta años de representaciones.
El director adjunto a la dirección artística, Gennady Yanin, y el propio Grogorovich se han encargado de elegir el elenco de artistas, la mayoría de la escuela del Bolshoi y escogidos especialmente jóvenes para «presentar a la nueva generación de bailarines», según explica Yanin.
La fama mundial de los ballets clásicos rusos plantea que el sistema de enseñanza es el mejor, un hecho que tras haber sido treinta años el director artístico del Bolshoi, Grigorich explica que «es un sistema europeo nacido en Francia durante el reinado de Luis XIV», perfeccionado en Rusia, e ironiza, «de la misma manera que en Italia tienen el ‘Bel Canto’, para los rusos la danza ocupa un lugar muy importante en nuestras vidas y ritos».
Un ballet muy difícil
es un ballet «muy difícil», añade Gennady Yaninel, por eso tanto los papeles protagonistas como el cuerpo de baile se irán turnando para las funciones en el Real. Ivan Vasiliev, Pavel Dmitrichenko y Egor Khromushin serán los diferentes «espartacos». Espartaco es para Katerina Novikova, responsable de comunicación del Bolshoi, «nuestra propia imagen», porque a pesar de representar cada temporada más de veinte títulos, este es el que más se identifica con la institución, ya que ha sido creado entre las paredes del teatro y representa «la danza masculina heroica por excelencia», lo que da a los bailarines la oportunidad de crecer.
Yuri Grigorovich ha aprovechado su visita a Madrid para dejar claro que es «un error la rivalidad entre el ballet clásico y contemporáneo», ya que lo «importante es comprender una buena obra, porque ambos estilos se nutren el uno del otro».