Kazan dejó para el recuerdo títulos como ‘La barrera invisible’ (1947), ‘Un tranvía llamado deseo’ (1951), ‘La ley del silencio’ (1954) o ‘Al este del Edén’ (1955) y fue considerado el padre del cine moderno estadounidense.
Nacido en Estambul, Turquía, el 7 de septiembre de 1909, este director de apellido real Kazanjoglous vino al mundo en el seno de una familia de origen griego sin demasiados recursos económicos.
Tras un breve paso por Berlín, pasó su infancia en Nueva York, donde su padre hizo fortuna como vendedor de alfombras hasta que la crisis de 1929 puso fin al rápido enriquecimiento.
Kazan ingresó en la Universidad de Yale en 1930 para estudiar arte dramático y dio sus primeros pasos en el teatro con la obra ‘El segundo hombre’ (1931), de Samuel N. Behrman, para debutar como actor en el escenario en ‘Chrysalis’ (1932), que tenía a Margaret O’Sullivan y Humphrey Bogart como protagonistas.
Llegó al cine a mediados de los años 30, aunque no abandonaría el teatro, si bien tuvo que esperar hasta entrados los 40 para que su nombre empezase a resonar en los círculos de Hollywood. Su primer largometraje fue ‘Lazos humanos'(1945), al que siguieron ‘El justiciero’ (1947), ‘Esplendor en la hierba’ (1947) y ‘La Barrera invisible’ (1947), por la que obtuvo su primer Oscar de dirección.
Fue, sin embargo, la década de los 50 la que marcaría el destino de Kazan. Sus mayores éxitos en la gran pantalla coincidirían con su momento personal más polémico. En 1952, conminado a declarar ante el Comité de Investigación de Actividades Antiamericanas, reconoció haber sido militante comunista de 1934 a 1936, pero se negó a dar nombres. Algo que acabaría haciendo posteriormente y de forma voluntaria.
Delator de comunistas
Kazan delató a muchos de sus compañeros en la llamada ‘caza de brujas’, lo que le valdría el calificativo de «traidor» y la repulsa de por vida de una buena parte del sector. Los tumultos políticos, lejos de hundirle, coincidirían con tres de sus obras de referencia: ‘Un tranvía llamado deseo’ (1951), ‘La ley del silencio’ (1954), por la que conseguiría su segundo Oscar, y ‘Al este del Edén’ (1955).
‘Río salvaje’ (1960) y ‘América, América’ (1963) pondrían fin a su época más brillante, si bien realizaría tres filmes más que pasaron por las carteleras con más pena que gloria.
La división sobre su figura en Hollywood quedó muy patente en la entrega de los Oscar de 1999, cuando la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de EEUU le concedió la estatuilla honorífica por toda su carrera. El premio fue muy discutido y actores como Dustin Hoffman, Ed Harris o Nick Nolte demostraron su descontento por el homenaje a un delator.
División de opiniones
La mitad de los asistentes a la gala de aquel año se negaron a ponerse de pie para ovacionar a Kazan, algunos ni siquiera aplaudieron, aunque al cineasta tampoco le faltaron apoyos, como Meryl Streep o Jim Carrey.
Entre los principales defensores de Kazan estuvieron Robert de Niro y Martin Scorsese, encargados de entregar el galardón al veterano director y alabar su contribución a la meca del cine. Scorsese aseguró años más tarde que era «casi imposible» explicar cómo le había influenciado la obra de Kazan.
«Representó el principio de lo que podríamos llamar el estilo moderno a la hora de hacer películas en EEUU» por su aproximación psicológica y el ritmo narrativo, aseguró este laureado director que afirmó «sentirse en deuda» con él.
Casado en tres ocasiones y padre de cuatro hijos, Elia Kazan falleció por causas naturales en Nueva York en 2003 cuanto tenía 94 años.