Greipel alcanzó su segunda victoria consecutiva, la número 77 de su equipo en la temporada, y además cosechó 20 segundos de bonificación que le permitieron subir al podio a enfundarse el maillot de líder. En un sprint apretado ganó el pulso al belga Tom Boonen (Quick Step) y al italiano Daniele Bennati (Liquigas), mientras que Oscar Freire volvió a ser batido por sus rivales de la velocidad y se conformó con la sexta plaza. Todos con un tiempo de 4h.27.55.
El delirio del sprint final, con la cabeza a más de 60 kms/hora, produjo un corte en el pelotón. Los favoritos entraron a 18 segundos del vencedor, excepto los hermanos Andy y Frank Schleck, que pasaron la línea a 45 segundos, evidenciando, una vez más, que han venido a la Vuelta a preparar el Mundial. Estás abonados al despiste, detalle impropio de un aspirante a la victoria final.
Una jornada de ritmo lento, que llegó con 20 minutos de retraso, que tuvo el interés en los últimos kilómetros, donde el alemán de Rostock, ciudad de la antigua alemana del este y paisano de Jan Ullrich, volvió a amargar la tarde a los ilustres de la velocidad. A sus 27 años conoció la experiencia de ponerse de líder en una de las pruebas grandes del calendario. Boonen, que sigue negado ante la victoria, le sigue a 6 segundos y Bennati es tercero a 17.
La Vuelta empezó su viaje por su territorio natural. En la antigua Tarraco romana, junto al Mediterráneo, a 30 grados húmedos. De la fresca y lluviosa Holanda a la cálida Costa Dorada. Un pelotón dolorido por la famosa caída de Lieja, un recuerdo inolvidable en el experimento europeo de la carrera.
A pesar de las heridas aún sin cicatrizar y los huesos doloridos, el trayecto hasta Vinaroz contó con la habitual escapada de anónimos. Como tantas otras, estéril.
Escapada ‘autorizada’
José Antonio López, el ‘Malagueta’ del Andalucía, Aitor Hernandez (Euskaltel), Serafín Martínez (Xacobeo), Julián Sánchez Pimienta (Contentpolis), el francés El Faraes (Cofidis) y el holandés Pronk (Vacansoleil) se lanzaron de salida para explorar los caminos de la gloria camino en la parrilla de asfalto. El pelotón ni se inmutó ante tamaña provocación, si bien no permitió que la renta rebasara los límites de los 7 minutos. De ello se encargó el Saxo Bank del líder, Fabian Cancellara.
Fuga que se mantuvo a raya hasta que los equipos de los sprinters decidieron iniciar las maniobras de acercamiento a meta. Aitor Hernández coronó en cabeza el Col de Fatxas (2a), la primera cuesta de la Vuelta tras las interminables llanuras de Holanda y Bélgica. Única incidencia interesante antes de que el pelotón absorbiera a los osados del día a 18 kilómetros de Vinarós.
A partir de ahí todo el mundo con las orejas tiesas. Nadie quería sorpresas por las carreteras estrechas que se metían entre inmensos naranjales, serpenteantes, por donde el Rabobank de Freire se asomó en cabeza destapando las intenciones del triple campeón del mundo Oscar Freire, aspirante a suceder en la localidad castellonense a Juanma Gárate, último ganador en 2001.
No obstante, y a pesar del esperado sprint, intentó el despegue el clasicómano belga Philippe Gilbert (Silence), que tal vez no conocía la ‘trampa’ del Alto de la Ermita, a 5 kms de meta, no puntuable, una sorpresa para todos aquellos que no se leen con atención el libro de ruta.
Gilbert fue neutralizado y tomó el mandó el Columbia, marcado por el Liquigas y el Quick Step de Boonen, muy inquieto al final. En la recta de llegada arrancó primero Bennati, le respondió Boonen y salió desde atrás Greipel para rematar la faena. Por fuerza y sentido de la colocación, mantuvo la larguísima fiesta en la casa del Columbia.