Un filme que cuenta la historia de un grupo de personas con problemas de obesidad que se ponen en manos de un terapeuta especializado en este problema -Roberto Enríquez- en un proceso que les hará enfrentarse con su gordura pero, sobre todo, con los problemas que les han llevado al punto de sus vidas en que se encuentran.
Porque cada uno de los «gordos» de la película tiene una historia detrás, a cada cual más extrema, y cuentan con unas personas en sus vidas que no son precisamente una ayuda frente a los complejos, dudas o problemas que atraviesan.
Antonio de la Torre es un modelo homosexual deprimido porque la gordura le impide seguir con su carrera, a la vez que mantiene una compleja relación con la mujer de su socio, a la que da vida Pilar Castro.
Otra pareja de la película es la formada por Raúl Arévalo y la debutante Leticia Herrero, unos novios de extrema religiosidad a los que sus propios tabúes les impiden consumar su relación.
Teté Delgado y Fernando Albizu son un matrimonio de gordos aparentemente felices y María Morales trata de escapar de la felicidad perfecta.
Ni siquiera el terapeuta se libra de enfrentarse a sus demonios internos, personalizados en el hecho de que su mujer -Verónica Sánchez- engorde necesariamente en el proceso de su embarazo.
Protagonizada -si se puede considerar que existe un protagonista en una película coral- por Antonio de la Torre, la historia se mueve en un terreno pantanoso y que roza en muchas ocasiones el límite de lo creíble.
No tanto por lo absurdo/surrealista de algunas de sus historias sino por la dificultad que supone no caer en lo grotesco ni en la crítica o la diversión fácil en una sociedad como la actual en la que los cánones de belleza están muy establecidos.
Una película más compleja
Con un estructura narrativa de historias múltiples con puntos en común, Sánchez Arévalo ha arriesgado, y mucho, con una película muy lejos del Azuloscurocasinegro que le dio a conocer.
Más compleja, con una planificación mucho más variada y una envergadura mayor, el filme sin embargo adolece de la empatía que de forma inmediata se sentía con los personajes de su ópera prima.
La distancia que le da a los personajes dificulta la identificación con sus roles, con la excepción probablemente de Leticia Herrero, que debuta como actriz en esta historia y que sale más que airosa del reto.
Antonio de la Torre hace un gran esfuerzo de caracterización con un personaje de múltiples caras y el resto de los actores también.
Historias entrelazadas
Sin embargo al conjunto final de la película le falta una cierta unidad que permita ver la historia como un solo proyecto y no como una suma de pequeños cuentos.
Historias entrelazadas con las que el director ha buscado poner a los personajes en el punto de tener que enfrentarse a sus problemas, a sus miedos y que calificó de «cruel y trágica a través de la comedia».
Unos personajes que se encuentran perdidos porque no pueden desprenderse de las cosas que les hacen mal, según explicó el director, que ha buscado hacer una película «muy desnuda» en la que no hubiera nada que esconder.