domingo, enero 19, 2025
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El giro español del funk y el soul

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La pasión por desempolvar vinilos de Lou Donaldson, Curtis Mayfield o Sly and The Family Stone caracteriza a una generación de músicos. El soul y el funk siempre han estado presentes en círculos muy reducidos, incluso tuvieron cierto éxito en la España franquista. No obstante la afluencia de bandas nacionales como The Cherry Boppers, Speaklow o The Sweet Vandals en la última década es un claro indicador de una escena que a pesar de ser minoritaria está viva y además va en aumento.

Sobre las causas que han provocado esta especie de resurgimiento, varios especialistas opinan: «Ahora hay músicos de mucho nivel y sobre todo formación, cosa que antes no pasaba», alega César Merino, director artístico del Festival Imagina Funk de Jaén.

«Sorprende la eclosión de los últimos años, que coincide con la revitalización en todo el mundo de una música llena de pasión, y quizás también a impulso del hip-hop. Quienes empiezan aficionándose a este género inevitablemente acaban volviendo a las fuentes: el funk y el soul», comenta Luis Lapuente, autor junto a Patricia Godes de las dos únicas enciclopedias de soul en nuestro país.

Practican un estilo purista y siguen los pasos de James Brown o The Supremes: «Es el sonido, la forma de grabarlo y también es una música de una época muy concreta», asegura Santi Martin, bajista de los madrileños The Sweet Vandals.

«Grabamos como en los 60 y todos los instrumentos son antiguos», dice Joan Barrientos de la banda geronesa The Pepper Pots, cuyo último disco, Now!, recupera el soul genuino del sello estadounidense Motown.

A riesgo de quedarse en el mimetismo están en camino de encontrar un sonido diferente, algo que ya han conseguido: «De meter a cuatro tíos en un local de ensayo 2 o 3 años y de influencias de música negra durante muchas horas a la semana, de repente un día te das cuenta de que has encontrado un ‘bopper estilo propio’, muy difícil de encasillar» comenta Ignatious, organista de The Cherry Boppers acerca del estilo de la banda.

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Una amplia lista de clubes e iniciativas respalda a estos músicos con proyectos como Enlace Funk, (revista de referencia en España especializada en música negra), o festivales de reciente creación como el Imagina Funk de Jaén o el Festival de Músicas Negras de Getafe; todo ello encaminado a propagar un sonido que muchos coinciden en calificar de «auténtico» y que en los años 80 quedó enterrado en su asociación a letras intrascendentes y música disco.

Los promotores de tales proyectos son conscientes de que la suya es una apuesta arriesgada por la escasa tradición de ritmos afroamericanos en nuestro país, pero a todos les mueve una actitud entusiasta: «El funk es el ritmo, es sexo, es sudor…música para el culo y para la cabeza […] Además es una de las músicas con más riqueza que conozco», comenta Miguel A. Sutil, director de Enlace Funk.

«Siendo un adolescente cayó en mis manos un disco de Otis Reding. Aquel sonido, aquella intensidad…cambiaron mi vida para siempre […] A partir de entonces me interesé por otros artistas que te emocionan por razones parecidas. Es una cadena…y no puedes parar», afirma el productor Carlo Coupé, fundador de The Sweet Vandals.

La mayoría de los partícipes de la escena señalan a Madrid como la ciudad en la que más actividades se están llevando a cabo: «Madrid es la capital mundial del funk porque es la única ciudad que tiene una concentración altísima de músicos, jam sessions, locales, dj´s, coleccionistas, programas de radio, revistas, discos, recopilatorios…» explica entusiasmado Sutil.

Un poderoso catalizador en su actividad lo han sido las salas en las que la música negra constituye una parte importante de su programación. Sitios como el Marula, Tempo, El Junco o Kathmandú organizan sesiones y conciertos que son toda una experiencia para los sentidos.

Y afincadas también en la capital se encuentran las discográficas Lovemonk y Vampisoul, uno de los sellos españoles más destacados de los dedicados a la música negra y de los que más proyección internacional tienen. «No creo que haya músicas ni estilos mejores ni peores que otros, pero alguien dijo que la vida es demasiado corta para música aburrida», afirma Íñigo Pastor, fundador de Vampisoul.

«Tenemos el suficiente poco sentido común como para sacar discos de Speaklow o Gecko Turner […] Hacemos proselitismo musical con todo aquello que nos gusta», aclara Borja Torres, propietario de Lovemonk.

La escena en el sur y el norte

Las sinergias entre todas estas iniciativas son constantes en Madrid, pero haría falta evaluar el grado de colaboración entre la ciudad y otras regiones de España a la hora de promover proyectos: «No hay buena comunicación entre Madrid y el norte, aunque empieza a haberla», asegura César Merino.

Carlo Coupé difiere en este aspecto: «Quiero creer que todas las bandas que intentan hacer música negra tienen interés por lo que sucede fuera de su región…Gracias a internet acabamos conociéndonos todos».

El grupo bilbaíno The Cherry Boppers asegura: «Somos de las pocas bandas que bajamos a Madrid con cierta regularidad y esto nos permite estar un poco en contacto […] Que suban bandas de Madrid es más complicado. Tal vez ven a Bilbao como una ciudad más rockera». Y a la pregunta sobre la actividad presente en el País Vasco contestan: «Actualmente no hay mucho movimiento […] Esperemos que un futuro empiecen a emerger otras bandas por aquí».

Por su parte en Cataluña la situación parece algo más prometedora pero la concentración de salas no es tan alta como en la capital, según confirman músicos, productores y discográficas. Aún así, los geroneses The Pepper Pots son una de las formaciones más destacadas dentro y fuera de nuestras fronteras. Tanto es así que su último álbum ha sido producido por Binky Griptite, miembro del sello norteamericano Daptone y guitarrista de los Dap Kings, banda de acompañamiento de Sharon Jones y Amy Winehouse.

Con respecto al sur de la península, no puede obviarse el festival Imagina Funk en Jaén y la ciudad de Granada como máximo exponente. Allí se encuentran los locales Boogaclub y Afrodisia. El nombre de éste último se inspiró en las sesiones de funk y soul que desde hace diez años se suceden cada jueves en la sala madrileña La Vía Lactea. «Hacemos un gran esfuerzo desde su apertura con una programación de primer nivel, invitando a los mejores dj´s del género tanto nacional como internacional, y eso se ve reflejado en las críticas sobre el club».

Público minoritario pero fiel

En el panorama musical español, donde imperan los militantes del pop y el rock, el público seguidor habitual del soul y el funk es bastante reducido. «Hay más activistas que público», afirma Miguel A. Sutil.

«La escena es endogámica. El público de los conciertos y las sesiones de dj´s está compuesto principalmente por los otros músicos y los otros dj´s. La gente que escribe sobre música es la que suele comprar revistas y fanzines… Sigue siendo algo muy minoritario», confirma José A. Castillo, escritor de Enlace Funk y antiguo pinchadiscos de las sesiones Afrodisia de la Vía Láctea.

Los hay que reflexionan sobre ello desde otra perspectiva: «Hay muchísima gente que nos ve en directo y tal vez nunca había oído ni nuestro nombre, pero a la mayoría que nos ve por primera vez les encanta el grupo […] Para nosotros lo prioritario es que todo el que nos vea repita y venga con amigos a los que ha engañado para ir al concierto», bromean The Cherry Boppers.

Pero, ¿pueden los músicos subsistir en nuestro país de un grupo con «sonido negro» Responde Santi Martín: «No creo que haya ninguna banda en España de soul o de funk que pueda vivir exclusivamente de ello. Se convierte en una fuente de ingresos pero no puede ser la única desde luego».

En relación a esto es relevante mencionar que cosechan en la mayoría de los casos mayor éxito en otros países: «El 95% de trabajo y las ventas están fuera de España», señala Santi.

Llegados a este punto algunos no pueden evitar debatirse entre la «autenticidad» de lo ‘underground’ y lo «flojo» del ‘mainstream’ a efectos de seguidores: «Buscamos en el público cierta inquietud […] Si Enlace Funk dejase de ser una revista underground y tuviese grandes anunciantes, perdería su esencia. Para crecer necesitas un estímulo pero habría que plantearse el dilema de elegir entre la autenticidad o hacerlo más accesible a los demás», se cuestiona Sutil.

Predicadores en el desierto

El panorama puede parecer a priori desolador y la escena, aunque activa, se encuentra todavía algo disgregada, pero lleva pocos años de vida y sigue avanzando.

Los esfuerzos de sus promotores por darle un empuje a este movimiento han dado sus frutos con iniciativas desconocidas hasta la fecha: «Hace una década era impensable algo como el Imagina Funk», afirma un asistente al festival. «Es maravilloso que en un pueblo como Getafe puedan escucharse en directo grupos de tanta calidad como éstos […] Es una música llena de vida», comenta otro espectador después del concierto de Mamafunko en el Festival de Músicas Negras de Getafe.

Luis Lapuente decía que cuando escribió su enciclopedia del soul era un «predicador en el desierto». Eso fue hace 15 años. Desde entonces el número de predicadores se ha multiplicado y no tienen grandes pretensiones comerciales. Tan sólo les anima el amor por un sonido al que se sienten profundamente ligados. El crecimiento del público está por ver pero en cualquier caso quizá el encanto de éste se encuentre en la calidad, no en la cantidad.

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