Fotógrafo de publicidad, ganador de numerosos premios y profesor, Zubiaga inició la serie de la que forma parte esta colección en un viaje a Nueva York en marzo de 2008. Desde entonces ha ido tomando forma «con obras que tienen un mismo lenguaje» con el que ha querido transmitir «sensaciones visuales, como si el paisaje se alejara escalonadamente», comenta el autor. La serie se inició en Nueva York y ha ido cambiando de entornos en los que ha buscado lo opuesto.
«Así, en Groenlandia he querido mostrar un paisaje absolutamente virgen, con ausencia del ser humano. El proyecto ha seguido en Namibia, que representa algo intermedio, y el último trabajo lo he realizado en Perú, en la Amazonía», cuenta el autor.
Una serie con coherencia
La intención de Alfonso Zubiaga ha sido crear una serie con coherencia, con un mismo lenguaje que va cambiando y un elaborado proceso de creación, que es «casi como el de un pintor» ya que va construyendo la imagen. Es un trabajo muy relacionado con el tema de la instantaneidad, con esa representación y captación de una pequeña fracción de tiempo.
«El ojo humano no puede descomponer el movimiento. Yo busco repetir el mismo instante para descomponer ese movimiento, fragmentarlo, multiplicarlo, pero sin perder la realidad ya que los escenarios, los lugares, son perfectamente identificables». Se trata de instantes, más pequeños y más grandes, que se repiten interminablemente, pero siempre partiendo de una imagen real. «Son fotografías sencillas, claras y entendibles, en un escenario real, que es Nueva York, en el que ves al ser humano, presente en toda la imagen, aunque no representado», según Zubiaga.
El resultado lo forman una serie de bellas y vertiginosas imágenes en cuya elaboración emplea, en cada una de ellas, tres intensos días de trabajo, comenta el autor, quien reconoce que ha sido uno de los últimos fotógrafos de publicidad que ha caído en las garras del digital. «Su calidad es máxima y sus posibilidades interminables».