Como consecuencia, apunta, la producción industrial se ha estabilizado o crece, el comercio global se amplía y las tensiones en los mercados financieros han disminuido.
La cumbre de Pittsburgh, que se celebrará entre el 24 y el 25 de septiembre y en la que Obama será anfitrión, representa «una importante oportunidad para continuar la dura labor que hemos acometido para afrontar la crisis económica global y renovar la prosperidad para nuestros pueblos», señala.
En ese encuentro, opina el presidente estadounidense, los líderes de las principales economías del mundo «evaluaremos los progresos logrados, examinaremos qué es lo que más hace falta hacer y debatiremos cómo se puede colaborar para sentar las bases de un crecimiento económico equilibrado y sostenible».
Pese a los logros, considera Obama, «debemos recordar que nuestra labor está lejos de completarse» y continúa la pérdida de empleo, por lo que las principales economías del mundo tienen la «responsabilidad de colaborar al tiempo que ponemos en marcha las normas que impidan que se repita este tipo de crisis».
«Debemos establecer un camino para el crecimiento sostenible que se aleje de los desequilibrios del pasado. Esa será una de las claves en el programa del G20 para el futuro y la cumbre de Pittsburgh puede ser un importante hito en estos esfuerzos», destacó el presidente.