También indicó que más allá de la cuestión formal de que las disposiciones del texto legislativo no se podrían haber puesto en marcha antes de fin de año, el uso de esas pruebas genéticas es «totalmente desproporcionado». Desde su nombramiento el pasado mes de enero Besson, que había sustituido en el puesto a Brice Hortefeux -actual ministro de Interior, y promotor de la ley sobre la inmigración-, se había mostrado reticente a imponer a quienes quieran beneficiarse del reagrupamiento familiar en Francia el criterio de un vínculo genético mediante un test de ADN.
Unas reticencias que justifican el aparcamiento de esta medida porque «suscita una emoción política entre los representantes de las grandes religiones, entre los especialistas de bioética, entre los investigadores. Una emoción muy palpable que, además, ha perjudicado desgraciadamente a la imagen de Francia en el extranjero». Hortefeux se mostró «solidario» con la decisión de su sucesor al frente de la cartera de Inmigración ya que es él «quien tiene todos los elementos de apreciación sobre la puesta en marcha de esta reforma». Tanto la Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA) como SOS Racismo y la Liga de Derechos Humanos se felicitaron del abandono de las pruebas de ADN.