domingo, enero 19, 2025
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Botín afirma que la inteligencia emocional ha sido clave en el éxito del Santander

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Según Emilio Botín, la absorción del Banco Mercantil en 1946, una operación «más audaz y ambiciosa» que lo que marcaban los criterios de la «inteligencia racional» que imperaban en aquel momento, es un ejemplo de la forma de actuar del Santander.

La operación fue muy criticada pero permitió que el banco no sólo se convirtiera en líder en Cantabria sino que le dio la escala necesaria para crecer fuera, ha recordado el también presidente de la Fundación Marcelino Botín.

En su opinión, la crisis ha evidenciado que «hablar de números es importante pero no lo es menos hablar de personas, de sus necesidades y planes de futuro, es decir, de inteligencia emocional».

La capacidad de escuchar, la empatía, la flexibilidad y capacidad de adaptación y el reconocimiento de las fortalezas y los errores son, según el presidente del Santander, algunos de los aspectos que han pasado a formar parte del «espíritu» de la entidad financiera.

Botín se ha referido a una de las decisiones que el Santander tomó atendiendo a criterios racionales y que «demostró ser errónea»: el cierre de numerosas oficinas en ciudades y pueblos de España tras la fusión con el BCH.

Ese error limitó la capacidad para ganar cuota de mercado pero se rectificó y hoy el Santander lidera el negocio minorista a nivel mundial, ha apuntado.

El concepto de inteligencia emocional fue acuñado en los ochenta por los psicólogos estadounidenses John Mayer y Peter Salovey, quienes se dieron cuenta de que los modelos tradicionales no eran suficientes para captar todas las destrezas y habilidades de la inteligencia humana.

Así lo ha recordado en su conferencia Mayer, quien ha recordado que la primera escala para medirla fue creada en 1990. Las aportaciones, cinco años después de Daniel Goleman, autor del libro «Inteligencia emocional», todo un éxito editorial, amplió la definición con nuevos rasgos que dieron lugar a distintos modelos.

Para algunos psicólogos, ha explicado, esos modelos «han hecho más mal que bien» aunque él considera que «todos tienen su lado malo y su lado bueno».

Como defiende en su último artículo, publicado junto a otros científicos en el Annual Review of Psichology, al que hoy se ha referido, una mayor inteligencia emocional conduce a mejores relaciones sociales, resultados académicos (aunque no más que otras inteligencias), relaciones laborales, familiares e intimas y, a lo largo del tiempo, a un mayor bienestar.

Mayer defiende que la personalidad y el carácter se pueden educar con una buena metodología que ayude a desarrollar la capacidad para razonar sobre las emociones y para que las emociones ayuden al razonamiento.

Según este científico, los estudios que se publican en este campo están disminuyendo en número en los últimos años pero están aumentado en calidad, lo que va a ser positivo para una disciplina que se está fortaleciendo, ha destacado.

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