Al margen de las discusiones sobre la reforma del sistema financiero mundial, José Luis Rodríguez Zapatero podría aprovechar la reunión del G20 en Pittsburg para estudiar con su «buen amigo» Nicolas Sarkozy el tipo de remedios que convendría aplicar para salir de la crisis y consolidar el relanzamiento de la economía.
Y en el caso de que se dejara seducir por los argumentos del presidente francés, éste volvería a Madrid con una visión muy distinta de la que tiene ahora: la «reducción fiscal» a favor de las empresas y de los hogares es lo que se lleva hoy en Francia, que ya salió de la «recesión técnica», frente al incremento de la presión fiscal que aplica España para frenar el déficit.
Mejor aún, no se trata de unos simples retoques o cambios fiscales, lo que el gobierno galo plantea en el Presupuesto General del Estado para el 2010 -que será remitido al Parlamento al final del mes-, lo que propone Sarkozy es un compendio de «rupturas fiscales».
Así, aunque tenga las cuentas públicas por las nubes -con 130.000 millones de euros previstos este año y 110.000 millones el próximo (el 8 y 7,5% del PIB respectivamente)-, Francia entiende que lo prioritario ahora, es consolidar el relanzamiento de la economía a través unas ambiciosas rebajas fiscales a las empresas y a los hogares, aunque tenga que aplazar el retorno al equilibrio presupuestario exigido por la UE.
«Ruptura», y muy fuerte, es la supresión de la «tasa profesional» que llevaba varias décadas penalizando la inversión productiva de las empresas en Francia, las cuales aguantan una presión fiscal 2 puntos superiores a la media europea y tuvieron que realizar un corte de unos 20.000 millones de euros en la compra de bienes de equipo entre 2007 y 2008.
Según los expertos, la rebaja fiscal anunciada será de unos 5.000 millones de euros anuales, mientras que la liquidez suplementaria inyectada el próximo año en las empresas alcanzará los 11.000 millones de euros.
El objetivo, según el primer ministro François Fillon, es relanzar la inversión productiva de las empresas y su competitividad, sin esperar la vuelta a la normalidad de los mercados financieros.
Tras la salida sorpresa de la «recesión «técnica» con un crecimiento del 0,3% en el segundo trimestre, el gobierno francés redujo las previsiones de «crecimiento negativo» del PIB este año, de -3,0% para -2,25%, y mira al 2010 con mayor optimismo, al prever una expansión económica del 0,75%, en vez del 0,50%.
Sin embargo, aunque el incremento del PIB sea al final superior a las previsiones oficiales (los economistas más optimistas apuestan por el 1,1%), el gobierno galo alerta que la destrucción de empleo continuará mientras el aparato económico no alcance una velocidad de crucero superior al 1,5%.
Si nada lo remedia, la tasa de paro galo alcanzara pues pronto los 10-11%, frente a los 9,8% actuales. Los más perjudicados serán los jóvenes, que sufren un paro del 25%, superior a la media europea.
Es por ello que las rebajas fiscales y las ayudas al empleo van principalmente a las pequeñas y medianas empresas.
Además de la supresión de la tasa profesional y de otras rebajas fiscales de menor calado, el gobierno tiene previsto reservar a las pymes una parte importante del futuro gran «emprunt (empréstito) Sarkozy»- una emisión masiva de deuda pública destinada principalmente al ahorro popular y cuyas modalidades (importancia de la emisión, tasa de remuneración, plazos de amortización), están todavía pendientes del «arbitraje» del jefe del Estado.
Está igualmente previsto que el fondo soberano galo FSI, concebido para evitar que grupos estratégicos nacionales en dificultades sean comprados a precio de saldo por «depredadores» extranjeros, extienda su campo de aplicación, poniendo sus medios financieros al alcance de pymes en fase de desarrollo y necesitadas de capital.
Objetivos de Sarkozy
La nueva filosofía fiscal de Sarkozy, persigue además unos objetivos éticos, ecológicos y de equidad.
Así, la ruptura fiscal sarkozyana pasa también por la «tasa carbono» que penalizará el consumo de energías fósiles y cuyos ingresos serán devueltos a la sociedad en su totalidad, en vez pues de financiar el gasto publico.
Tras una cierta confusión inicial, Sarkozy se ganó el apoyo de la opinión pública al decidir que la nueva tasa ecológica tendrá un «impacto cero» en los presupuestos familiares, puesto que las familias recuperarán su contribución anual -de unos 2.600 millones de euros al año-, a través ayudas y rebajas fiscales.
Algunos sectores afectados tendrán igualmente un trato de favor, puesto que la agricultura y la pesca, por ejemplo, solo pagarán un 25% de la «tasa carbono».
Para luchar contra la polución y el consumo excesivo de energía, el gobierno utilizará además el arma del «impuesto hipotecário» aplicado a la compra de viviendas.
En el futuro, la rebaja fiscal inmobiliaria, hasta un máximo de 7.500 euros al año para un matrimonio, será desviada de manera progresiva hacia la compra de «viviendas verdes» -aquellas con menores tasas de consumo de energía-.
Quienes no tendrán derecho a «rebajas fiscales», por cuestiones de ética y de equidad, serán aquellos dirigentes de empresas que tengan jugosos planes de jubilación.
Tras la aprobación del presupuesto de 2010, la tasa fiscal aplicada a los llamados «paracaídas de oro» será el doble de la actual (6%, 8% o 12%), situándose así en el 12% o el 24% (en función de la antigüedad, importancia y la forma de pago del plan de jubilación), y podrá inclusive alcanzar el 30%, en caso de que las rentas pactadas multipliquen por más de cinco la jubilación máxima del régimen general, que está hoy en la casilla de los 14.000 euros al mes.
La misma obsesión «sarkoziana» por la «equidad fiscal» también dañará las rentas del capital. Las plusvalías realizadas por la venta de acciones tendrán que ser declaradas a Hacienda y, sobre todo, a partir del 2010, pagarán el impuesto correspondiente a partir del primer euro, al contrario de lo que ocurría hasta ahora donde estaban exentos los primeros 25.730 euros de ganancias obtenidas en un año.
Unas medidas, pues, que están muy en sintonía con el empeño puesto por Sarkozy en la lucha contra los bonus astronómicos de los altos dirigentes bancarios y otros, y contra las remuneraciones abusivas de los ‘traders‘, que estarán encima de la mesa del G20 en Pittsburg.
El voluntarismo del presidente galo en la materia tiene inclusive una dimensión internacional, puesto que fue desde París de dónde salió la idea de aplicar una tasa del 0,005% a todas las transacciones financieras para financiar el desarrollo de los países más pobres del planeta.
Según el responsable de la diplomacia francesa, Bernard Kouchner, los ingresos por ésta tasa podrían alcanzar los 20.000 o 30.000 millones de euros al año.
Aunque la medida no figure aún en el menú de negociación del G20, Sarkozy cuenta ya con el apoyo de Ángela Merkel y Gordon Brown para poner la cuestión a la Organización de las Naciones Unidas.