Los antecedentes del arte postal se remontan al primer cuarto del siglo XX. Durante la Gran Guerra (1914-1918), los artistas movilizados, al no disponer de otros medios, utilizaron el papel de escribir como soporte para sus creaciones y para difundirlas, el correo de guerra. Al finalizar el conflicto esta afición epistolar se continuó utilizando para la estampación tipográfica de manifiestos y papel timbrado de cartas.
Es en la década de los 60 cuando se acuña el término ‘mail-art’, con que es conocido este arte a nivel internacional. Bajo él se agrupan infinidad de manifestaciones artísticas cuyo punto en común es la utilización del correo, tanto en el proceso de creación como en el de comunicación de la obra de arte. Se convirtió en un auténtico fenómeno y se llegó a crear una seudo filatelia. El canal de intercambio usual era el correo.
En 1962, Ray Johnson crea la New York Correspondance School of Art. Aparecen las primeras exposiciones de cierta relevancia con material enviado por correo, el colectivo germano-americano de carácter neodadaísta Fluxus reactualiza las postales que Duchamp envía a sus conocidos. Por otro lado, los Nuevos Realistas franceses, con Yves Klein a la cabeza, diseñan un sello para conmemorar la fundación de la Klein International Blue.
Picasso, un ‘mail-artista’
En 1965 se publica el libro de Dick Higgins The Paper Snake, cuyo contenido consiste en un collage de los envíos realizados por Ray Johnson. Francis Picabia y Marcel Duchamp enviarían, como divertimento, pequeñas postales metálicas a sus colegas.
Kurt Schwitters elabora sus Merz con materiales recopilados de la basura, más adelante se interesa por las interferencias en los servicios postales y crea su propio sello de caucho. Picasso, Max Ernst, Matisse, Tzara, Arp… fueron potencialmente ‘mail-artistas’, si bien el correo era utilizado de forma esporádica, mientras que Ray Johnson lo normalizó como nuevo vehículo de expresión.
El arte, en fin, no entiende de soportes determinados que constriñan su ámbito: el formato sello se convierte así en un material, útil y bello. La colección de sellos se presenta en pliegos, como los de verdad, empleando numerosas técnicas de estampación como el offset en blanco y negro; la cuatricomía; fotocopias en negro y en color; etc., adoptando un contenido visual o conceptual. A diferencia de la generalidad de los sellos ordinarios, en el ‘mail-art’, la imagen puede ser distinta en cada unidad, progresiva, que ocupe todo el pliego siendo el sello una pequeña parte, o ser la documentación de un acontecimiento o de una obra, tratándose otras veces de un trabajo colectivo.
La exposición se podrá ver en el madrileño Museo Casa de la Moneda hasta el 8 de noviembre.