aborda, con aspecto de superproducción pero realizada con escaso presupuesto, un pasaje oscuro de la historia de China, que todavía despierta el rencor hacia el pueblo japonés.
«No quería hacer una película contra los japoneses. Leí diarios de la época y descubrí que eran personas como nosotros. Así que el filme quiere reflexionar sobre cómo se relacionan los hombres en una guerra», explicó Chuan en el momento de presentar la película en San Sebastián el pasado lunes.
El joven realizador chino, que se reconoció «emocionado» ante tanto reconocimiento, ya había asegurado entonces que City of Life and Death intenta que «la gente fuera de China que no ha tenido la oportunidad de conocer esta masacre la conozca».
La película de Lu Chen -que se reconoce fanático de La lista de Schindler (1993), de Steven Spielberg- ha recibido también en San Sebastián el premio a la mejor fotografía, por su uso de un límpido blanco y negro, así como el premio Signis.
Con dos horas y cuarto de duración, capta, además, una figura controvertida: la de John Rabe, un líder del nazismo en China que, en cambio, salvó la vida de 200.000 civiles durante la masacre de Nankín, lo que le ganó el sobrenombre del Oskar Schindler de China.
Y así, en City of Life and Death, la vida y la muerte del título marcan el péndulo filosófico de la cinta: cómo la supervivencia va pasando de la hazaña al deshonor, mientras que fallecer deja de ser derrota para ser acto de dignidad.