viernes, enero 24, 2025
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Tarantino, fiel a sí mismo

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esa «especie spaghetti western con iconografía de la II Guerra Mundial», en palabras del propio ‘enfant terrible’ del cine, viene precedido de una gran expectación mediática. Tarantino la empezó a escribir hace unos diez años, un tiempo en el que ha sufrido grandes cambios, y cuando finalmente se empezó a gestar -Brad Pitt, con el que tenía muchas ganas de trabajar, fue el primer actor que se unió al reparto- en el verano del 2008, el realizador pidió que estuviera lista para presentarse en el Festival de Cannes, en la primavera del 2009. Todo un reto que, al final, se cumplió.

El festival acogió el nuevo trabajo del cineasta con división de opiniones; como todos los directores, Tarantino genera admiración y rechazo. Malditos bastardos contiene elementos que, sin duda, contentarán a sus fans: violencia, sarcasmo y habituales referencias al cine clásico. Si a eso sumamos lo acertado del reparto -en el que muy especialmente destaca Christoph Waltz, que da vida al coronel de las SS Hans Landa, uno de los mejores personajes escritos por el realizador de Tennessee- nos encontramos con una película que entretiene, a pesar de su duración.

Rodada en cuatro idiomas

El filme, además, tiene momentos cómicos, sobre todo los generados por los malentendidos entre los diferentes idiomas que se hablan en el filme: inglés, francés, alemán e italiano, y su final, para muchos, es de los que no tienen precio. Sin duda, merece la pena verla en versión original, donde brilla un Brad Pitt con acento sureño que dirige a un grupo de soldados que los alemanes llaman ‘los bastardos’, una pandilla de hombres que emprenderán una auténtica caza de nazis.

Acompañan a Pitt en esta carnicería ambientada en la Francia ocupada en 1944 -«Érase una vez en la Francia ocupada», así arranca este particular ‘cuento’- actores como Daniel Brühl, Diane Kruger, Chrstoph Waltz o Mélanie Laurent. Por cierto, aunque cueste reconocerle -casi más que creerlo-, Myke Myers, un auténtico fanático de la II Guerra Mundial, se cuela en un mínimo papel. Los que no lo crean pueden jugar a encontrarlo, cual si buscaran a Wally.

es la historia de una venganza y poco más. Lo peor del filme, aparte de su histrionismo, del gusto por el exceso y de que acabe siendo una gran carnicería (lleva impreso el sello de la casa), es que los cazados acaban convirtiéndose en cazadores. Los judíos -capitaneados por Pitt, el teniente Aldo Reine- se convierten en verdugos de los nazis en esta particular revisión de la II Guerra Mundial. Puede que moleste a más de uno, pero es la película que Tarantino quería hacer. Absténgase los puristas de la contienda.

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