Hay una sensación al leer el libro de recuento y de nostagia herida.
Ambas cosas son intrínsecas a la poesía. Se escribe en gran parte para hacer acopio de memorias. Todo poema es una elegía, como dijo alguien (puede que Eliot). Un tema muy recurrente en mi obra es la adolescencia, un periodo tan formativo como la infancia pero acaso más doloroso.
Al igual que en otros libros suyos presenta a los personajes sin ningún tipo de tabú…
Creo que en la escritura es preciso despojarse, mostrarse a uno mismo en toda su hermosa u horrible desnudez. La poesía es, por naturaleza, impúdica. Y debe poner el dedo siempre en la llaga, por muy doloroso que resulte. Lo contrario serían puros ejercicios de estilo.
Han pasado doce años desde su anterior libro, ¿cree en la vía lenta de la escritura poética?
Creo que cada cual tiene su ritmo y el mío es, evidentemente, lento. No quiero repetirme, no quiero que el oficio y las mañas aprendidas me dicten poemas correctos. En cada poema lo arriesgo todo y eso no se puede hacer más que muy de vez en cuando. No he evitado sentarme a escribir pero he procurado hacerlo sólo cuando me parecía indispensable. La poesía es materia delicada: no se puede manosear todo el día. Demasiada escritura significa dispersión, abarata la poesía.
¿A quién benefician esas guerras intestinas entre poetas llenas de altisonantes declaraciones?
A nadie. Es una lástima que a veces surjan polémicas que no tienen verdadera sustancia. Desde ciertos grupos se ataca a los que parecen estar en otros pero el trasfondo no tiene nada que ver con el debate estético sino con el ansia de reconocimiento crítico y mediático. Hace ya bastante tiempo que me he apartado de eso. Lo único que me interesa es la literatura y me gustan tipos de literatura muy distintos. No me siento perteneciente a ningún grupo.
¿Hay mucha buena literatura emergente que pasa desarpecibida lejos del marketing literario?
Mucha, igual que ocurre en otros campos: la música, el cine… Pero el buen lector sabe buscar y encuentra. No es fácil. Ser un buen lector, saber discernir, saber orientarse en la marea de novedades, es casi tan difícil como escribir.
Además de escritor es traductor y crítico, ¿qué renuncias implica el dedicarse por entero a la literatura?
No creo que implique ninguna renuncia; al contrario. Yo me gano la vida con la literatura, no con la poesía sino con la crítica, el periodismo y la traducción. No sé hacer otra cosa y además no quisiera hacer otra cosa. Hago lo que me gusta y no lo cambiaría por un trabajo mejor pagado.