A partir del miércoles, la Fundación Memmo, situada en el Palazzo Ruspoli de la capital italiana, se llenará de la elegancia inalterable de la actriz gracias a Los Años de Grace Kelly, una exposición que muestra cronológicamente su vida, su infancia mediante fotografías y las películas que encarnan el sueño americano.
Esta muestra desvela, por ejemplo, cómo su padre, Jack Kelly, millonario y gran deportista, fue medalla olímpica de remo y transmitió esta pasión a sus hijos, entre ellos, a la pequeña Grace.
También recopila sus primeros pasos como debutante en las revistas sofisticadas y en las comedias que expresaban el optimismo de la inmediata postguerra, entre vestidos de muselina, imágenes y telegramas de ánimo como el de su tío, el ganador del Pulitzer George Kelly, le escribió: «Pensando en ti esta noche, espero todo lo mejor». La figura de Grace Kelly también se sigue dibujando a través del «glamour hollywoodiense» en Technicolor junto a Gary Cooper en Solo ante el peligro (1952) o con el traje de safari que vistió la mujer adúltera que interpretó en Mogambo (1953) junto a Clark Gable y Ava Gardner.
Pero no recibió el Oscar hasta que protagonizó, a los 25 años, La Angustia de Vivir (1954). Ahora, en Los años de Grace Kelly se muestra el vestido que lució en aquella ocasión, telegramas de felicitación de la Western Union y cartas de los entonces grandes del planeta, Jackie Kennnedy, Cary Grant, María Callas o Alfred Hitchcock dirigidas al hotel Bel Air de Los Ángeles, donde se alojaba.
A pesar de las aventuras sentimentales adjudicadas por la prensa de la época a Grace Kelly con actores como Clark Gable, William Holden y Cary Grant, la exposición sólo certifica dos con muestras fehacientes. Su relación con el actor francés Jean Pierre Aumont, muy amado por el público americano y también por Grace a juzgar por las fotos en las que ella se deshace en arrumacos con el galán, y la que mantuvo con el estilista italo-ruso Oleg Cassini, rechazado por la familia Kelly, de origen irlandés y católica, por su condición de divorciado y cristiano-ortodoxo.
Otra de las salas está dedicada, por supuesto, a su gran maestro cinematográfico, Alfred Hitchcok, para quien encarnó el ideal femenino: la rubia discreta, delgada y de delicados rasgos que protagonizó, entre 1954 y 1955, Crimen Perfecto, La Ventana Indiscreta y Atrapa a un Ladrón, esta última rodada en Mónaco. Durante el Festival de Cannes de 1955, Grace Kelly conoció al Príncipe Raniero III de Mónaco, quien le imprimió un vuelco decisivo en su destino y se convertiría, el 19 de abril de 1956, en su esposa y princesa del pequeño principado.
Fiestas y joyas
El suntuoso traje de novia con cintura de avispa de la entonces llamada «boda del siglo» también se muestra en esta exposición, que muestra 30 horas de imágenes grabadas, en gran parte por la propia Grace y hasta nunca divulgadas, con escenas cotidianas de sus hijos Carolina, Alberto y Estefanía. Carolina vestida de gitana y Alberto de torero; los niños en una casa de madera, en barco, esquiando, nadando o jugando con los hijos adoptados de Josephine Baker, a quien la princesa ayudó en sus horas más bajas, hacen las delicias de los adictos al papel couché.
Otras cintas recogen bailes y fiestas y reuniones con amigos como Onassis, Maria Callas, David Niven, Nureyev, Bing Crosby, Richard Burton y Liz Taylor o Hitchcock con un puro, charlando, tomando copas o en la piscina junto a la princesa. Asimismo, la elegancia como parte de su trabajo en el campo diplomático junto a las familias reales europeas queda plasmada en una sala con espléndidos trajes de noche expuestos de firmas como Balenciaga, Christian Dior o Chanel.
Y tampoco faltan, por supuesto, las joyas: diademas, collares, bolsos, anillos, pendientes con toda suerte de piedras preciosas de Cartier, Van Cleff o Chopard se acumulan en la sala que cierra la muestra de Grace Kelly, cuya figura y estilo se vieron truncadas en un accidente de trafico que, a los 52 años en una sinuosa curva de una carretera cercana a Mónaco, le quitó la vida.