«Tras 1945, las guerras en el mundo produjeron cerca de 20 millones de muertos que, a diferencia de los muertos de la Segunda Guerra Mundial, siguen siendo desconocidos y han caído en un olvido brutal», agregó el escritor.
El discurso de Magris se inició con una referencia a un tal Diego de Henríquez que se dedicó a coleccionar todo lo que pudiera encontrar como testimonios de las guerras para crear un museo en Trieste (Italia) destinado a promover la paz.
Magris admite que, pese a la evidente intención pacifista de Henríquez, en aquel misterioso coleccionista pudo haber una fascinación por la guerra. Esa fascinación por la guerra, dijo Magris, es uno de los peligros para la paz y algo que atraviesa toda la cultura occidental.
«Todo se conjura para hacernos creer en la fatalidad de la guerra a la que tenemos que sumarnos resignados. No es coincidencia que la literatura occidental comience con un gran poema guerrero, «La Iliada», y que libros sagrados como el «Mahabarata» y en parte también el Antiguo Testamento sean libros sobre la guerra», dijo.
Pero la paz se ve también amenazada, según dijo Magris en la parte clave de su discurso, por la tentación de negar las guerras que existen y ocultarlas con eufemismos.
Magris recordó cómo, tras los bombardeos de la OTAN a Belgrado durante la guerra de los Balcanes, el embajador italiano expresó su preocupación de que los ataques perjudicaran las relaciones entre Italia y Serbia.
«Ese miedo a mirar la realidad -en este caso la guerra- a los ojos ayuda a que el horror que uno no quiere mirar se extienda como un tumor maligno que el enfermo se niega a percibir», dijo Magris.
Actualmente, según el escritor, es ingenuo pensar que no hay guerra, sólo porque el Rin ya no es una frontera alrededor de la cual luchan cientos de miles de soldados o porque el Telón de Acero haya desaparecido.
«Esa frontera no se ha eliminado sino se ha traslado hacia un oriente todavía más oriental», dijo Magris, sobre el Telón de Acero.
«Una frontera que no se ve como un punto de paso sino como un muro y un bastión contra los bárbaros constituye un peligro de guerra latente», agregó.
Las fronteras que hoy amenazan la paz, según el escritor, son muchas veces fronteras invisibles dentro de las ciudades europeas.
«Fronteras entre nosotros y los inmigrantes de todas partes del mundo que casi no percibimos porque, como dice la canción de Mackie Navajas, ‘en la oscuridad nada se ve'», dice el escritor.
Los políticos en Europa, según Magris, tratan a refugiados desesperados que llegan a las costas italianas como si tratara de una peligrosa invasión de piratas.
Magris ve además otros «pequeños actos de guerra» y citó el caso de un político italiano, cuyo nombre no mencionó pero del que dice que llegó a ser ministro, que en 2000 fue a Lodi, en Lombardía, donde se inauguraba una mezquita y se paseó por las calles llevando un cerdo de cabestro para provocar a los musulmanes.
«Eso también fue un pequeño acto de guerra», dijo Magris.
Con respecto a Italia, Magris expresa su temor de que su país vuelva a ser, con el populismo de derechas actual, el pionero de una desgracia en Europa.
«A fin de cuentas nosotros inventamos el fascismo aunque después otros nos haya superado en su celo», dijo.
El nuevo populismo, según Magris, está ahora casi en todas partes en Europa y, aunque no debe comparársele con el fascismo, también «es un peligro para la democracia y para la paz».