Con la caída del 0,4% anotada en este período, el PIB acumula un descenso del 5,9% en el último año, una cifra casi idéntica a la registrada entre 1979 y 1981, cuando el descomunal recorte del gasto público y el aumento de los tipos de interés decretado por el Gobierno conservador de Margaret Thatcher provocó que la economía británica se contrajera un 6%.
Los datos ofrecidos ayer por la ONS han caído como un jarro de agua fría sobre el mercado, que durante las últimas semanas había mostrado su confianza en que el Reino Unido se convirtiera en la tercera gran economía europea en poner punto y final a la recesión, y sobre la libra esterlina, que caía con fuerza frente al euro y el dólar.
También el Ejecutivo vaticinaba hace menos de un año que el Reino Unido volvería a la senda del crecimiento en el segundo semestre del año, una previsión que ahora se antoja demasiado optimista.
Tras divulgarse la estadística, el ministro británico de Economía, Alistair Darling, insistió en que el PIB nacional se recuperará a principios del 2010 y se mostró totalmente convencido de que, a pesar de este tropiezo, «el fin de la recesión está cerca».
Sin embargo, esta nueva dosis de optimismo no ha conseguido tranquilizar a la opinión pública, que se pregunta por qué al Reino Unido le está costando más que a otros países salir de la recesión cuando sus gobernantes aseguraban hace un año que la economía británica estaba mejor preparada que sus vecinos para enfrentarse a la crisis.
La oposición conservadora no dudó en aprovechar este nuevo varapalo para arremeter de nuevo contra el primer ministro, el laborista Gordon Brown, y contra las políticas económicas desarrolladas desde el comienzo de la crisis.
«La estrategia de Brown ha fracasado, nadie confía ya en su política económica. No tiene planes para revitalizar el sistema bancario, para reducir la deuda pública o para volver al crecimiento: todo el país está sufriendo su falta de liderazgo», aseveró el responsable de Economía de los «tories», George Osborne.
Los expertos se mostraron más cautos y advirtieron de que la economía del Reino Unido tiene todavía un largo camino que recorrer hasta curarse por completo. En este sentido, anticiparon que el Ejecutivo tendrá que revisar a la baja las previsiones para el conjunto del año, que actualmente prevén una contracción del 3,5%, en su boletín de noviembre.
Además, indicaron que en el 2010 podría ser igual de complicado que en el 2009 si las medidas extraordinarias aprobadas durante la crisis comienzan a ser retiradas, ya que afectarían directamente al mercado crediticio y provocarían una reducción del consumo.
Entre estas medidas destacan la reducción del IVA aprobada a finales del 2008 o el paquete de ayudas para la compra de automóviles, que concluirán el próximo mes de enero.
Otras de las acciones, como el recorte de los tipos de interés, que desde marzo están en el mínimo histórico del 0,5%, o el programa «alivio cuantitativo», que inyecta liquidez en el mercado crediticio, sí se mantendrán a medio plazo, vaticinan los expertos.
En cualquier caso, los analistas consideran que la economía británica no volverá al nivel de actividad previo a la crisis hasta dentro de cinco años.