«Fue enseñado a manejar bombas y explosivos, y fue enviado a Irán para perpetrar este trágico incidente», explicó Sayah, citado por la televisión estatal por satélite.
El funcionario iraní explicó que la información fue lograda durante los interrogatorios realizados a varias personas arrestadas por sus presuntos vínculos con el grupo extremista suní «Yundulah» («Ejército de Alá»), que asumió la autoría de la matanza.
En este sentido, el diario pro reformista «Etemad» asegura en su edición de hoy que Pakistán ha entregado a Irán a 18 supuestos miembros del citado grupo, al que se relaciona tanto con la red terrorista internacional Al Qaeda como con el movimiento radical afgano Talibán.
La entrega tuvo lugar horas antes de que le ministro iraní de Interior, Mohamad Mustafa Nayar, visitara Islamabad para exigir la detención del líder de Yundulah, Abdul Malik Rigi, que según Teherán se esconde en territorio pakistaní.
Entre los 18 sospechosos entregados figura otro de los hermanos de Rigi, agrega el diario, que cita al ministro paquistaní de Interior, Rahman Malik
Pakistán, sin embargo, insiste en que el líder de «Yundulah» no está dentro de sus fronteras.
Además, Irán anunció días atrás la detención en el sur del país de otras tres personas, al parecer por sus vínculos con los autores de la masacre.
Este es el segundo atentado mortal de envergadura que «Yundulah» comete desde que el pasado mes de marzo se ordenara el despliegue de la Guardia Revolucionaria, cuerpo de elite del Ejercito iraní, en Sistán Baluchistán para tratar de controlar la inestable frontera con Pakistán y Afganistán.
En la región existe desde hace años un conflicto entre tribus suníes baluchis -que se sienten discriminadas- y fuerzas del orden chiíes.
Además es escenario de enfrentamientos continuos entre la Policía y grupos de traficantes de armas y narcotraficantes que sacan la droga de Afganistán, primer país productor de opiáceos del mundo.
Irán acusa a Pakistán de dar refugio a «Yundulah» y a Estados Unidos y el Reino Unido de ayudar en su fundación y de financiarlo, alegaciones que los tres países niegan.
Varios altos mandos iraníes han prometido una respuesta demoledora y han sugerido que la Guardia revolucionaria debería recibir autorización para penetrar en territorio pakistaní.