El equipo de Abdula había amenazado ya el sábado con boicotear las elecciones y había pedido a sus seguidores que no acudieran a las urnas, pero la decisión quedó pendiente de la comparecencia del propio candidato, fijada para hoy.
Abdula había pedido al Ejecutivo tres medidas para evitar amaños en la segunda vuelta, entre ellas la destitución del jefe de la IEC, Azizulá Ludín, pero las autoridades sólo dieron luz verde a incorporar a 20.000 miembros de su equipo como interventores.
Ni la Constitución afgana, ni la ley electoral precisan cuál es el procedimiento legal que se debe seguir si uno de los dos candidatos a la Jefatura del Estado en segunda vuelta se retira de la carrera electoral.
En las últimas semanas, Kabul había sido escenario de especulaciones sobre un posible acuerdo con vistas a un Gobierno de concentración entre Karzai y Abdula, aunque el equipo de este último negó que hubiera siquiera diálogo al respecto.
Tras la anulación de cientos de miles de votos fraudulentos, Karzai se quedó en el 49,67 por ciento de los sufragios, muy cerca de obtener la mayoría absoluta necesaria para evitar la segunda vuelta.
Abdula obtuvo en la primera vuelta el 30,59 por ciento.