Respecto a la inflación, el BCE destacó que, aunque el Índice Armonizado de Precios al Consumo interanual se situó en el -0,1 por ciento en octubre, en los próximos meses retomará valores positivos y se mantendrá en esos niveles en el horizonte temporal relevante para la política monetaria.
«Las expectativas de inflación a medio y largo plazo siguen firmemente ancladas en niveles compatibles con el objetivo del Consejo de Gobierno de mantener la inflación en tasas inferiores, aunque próximas al 2 por ciento a medio plazo», escribe en BCE.
Los resultados del análisis monetario conforman la valoración de que las presiones inflacionistas a medio plazo son «reducidas», dado que los agregados monetarios y crediticios siguen ralentizándose.
En ese contexto, el BCE espera que la estabilidad de precios se mantenga a medio plazo, lo que respaldará el poder adquisitivo de los hogares de la zona del euro.
En cuanto al análisis económico, el BCE sostiene que los indicadores apuntan a una mejora de la actividad económica en el segundo semestre del año.
En particular, la zona del euro debería beneficiarse del ciclo de existencias, de una recuperación de las exportaciones y de las importantes medidas de estímulo macroeconómico que se están aplicando y de las adoptadas para normalizar el funcionamiento del sistema financiero.
Vuelta al crecimiento
El BCE no descarta por ello que las tasas de crecimiento intertrimestrales del Producto Interior Bruto (PIB) recuperen niveles positivos en la segunda mitad de este año.
No obstante, el grado de incertidumbre permanece elevado, ya que determinados factores tienen un carácter temporal.
En opinión del BCE, los riesgos que acechan a la economía de la zona del euro permanecen, en su conjunto, «equilibrados» y es posible que los efectos de las medidas de estímulo sean mayores de los esperado.
Para los gobernadores del BCE eso significa que «la confianza podría mejorar con mayor rapidez, que el deterioro de los mercados de trabajo podría ser menos acusado de lo esperado anteriormente y que la demanda externa podría ser superior a la prevista».
Respecto a los riesgos a la baja, el BCE recoge en su editorial que persiste la preocupación de que la espiral de reacciones adversas entre la economía real y el sector financiero asea más intensa y duradera y de que «se produzcan nuevos aumentos de los precios del petróleo y de otras materias primas».
Completan esa relación una eventual intensificación de las presiones proteccionistas y una corrección desordenada de los desequilibrios mundiales.
Por lo que se refiera al análisis monetario, el BCE informó de que las tasas de crecimiento interanual anual medido en el agregado M3 (masa monetaria circulante) y los préstamos al sector privado retrocedieron nuevamente en septiembre al 1,8 y al -0,3 por ciento, respectivamente.
Esta desaceleración simultánea avala, según el BCE, la valoración de que se ha producido una disminución del ritmo de la expansión monetaria subyacente y de que las presiones inflacionistas a medio plazo son moderadas.
El BCE considera «muy probable» que en los próximos meses, los efectos de base asociados a la intensificación de las turbulencias financieras de hace un año incidan a la baja sobre las tasas de crecimiento interanuales de los agregados monetarios.
Además, la tasa de crecimiento interanual de los préstamos bancarios al sector privado no financiero se torno ligeramente negativa en septiembre, mientras que el crecimiento interanual de los préstamos a las sociedades no financieras como a los hogares disminuyó nuevamente, resultado negativo.
Al mismo tiempo, los flujos mensuales de préstamos a hogares se mantuvieron positivos e incluso aumentaron, mientras que los relativos a sociedades no financieras fueron negativos.