La cuestión se ha puesto de manifiesto en el «Foro sobre ética de las medidas para la protección de la población contra la gripe A», organizado por la Organización Médica Colegial (OMC).
Esta organización ha reprochado al departamento que dirige Trinidad Jiménez tres medidas que considera «innecesarias», porque «nada o poco tienen que ver con la realidad de la situación».
La primera ha sido la decisión de inmunizar a la población con la vacuna que tradicionalmente se venía usando todos los años para la gripe estacional cuando, ante la aparición del nuevo virus, «sólo ha representado el 4 por ciento de los diagnósticos».
Consideran absurdo también que Sanidad haya adquirido 37 millones de dosis, bajo la previsión de vacunar al 60 por ciento de la población, pese a que, finalmente, sólo se utilizarán unos 10 millones de dosis dirigidos a los grupos vulnerables.
La tercera cuestión puesta en tela de juicio es situar a los antivirales en las farmacias, al alcance de todo aquel ciudadano que los quiera adquirir.
La OMC ha esgrimido que «en la situación actual los hechos probados» son que la gripe estacional ha sido «prácticamente inexistente» y que la nueva pandemia, según se ha demostrado después de más de 500.000 casos en España, «cursa de forma benigna e incluso asintomática en el 95 por ciento de los casos».
Seguridad de la vacuna
En este contexto, la doctora Mónica Lalanda, médico de Urgencias, se ha cuestionado las garantías de seguridad de una vacuna de la que hay abiertos 310 ensayos y, de ellos, sólo dos han concluido.
También se ha preguntado por qué tanta insistencia en que se vacunen los médicos, cuando sólo el 35 por ciento lo hacen cada año frente a la estacional y únicamente entre un 5 y un 10 por ciento se contagian debido al denominado «efecto supergaleno».
Juan Gervas, médico clínico y profesor de Atención Primaria en la Escuela Nacional de Sanidad y de Salud Pública en la Universidad Autónoma, ha aseverado que las autoridades sanitarias españolas y europeas se han saltado «el principio fundamental de la ética».
El primer derecho no respetado ha sido el de la autonomía del paciente, en opinión del profesor, porque no se ha informado suficientemente a la gente sobre la vacunación, al «venderse, en el sentido metafórico del término, con excesivas ventajas y seguridad».
Vacuna no segura
«Esta vacuna no es ya segura o insegura, sino absolutamente innecesaria», ha sentenciado Gervas, algo que se ha probado en los países del sur, como Australia, donde se ha pasado la gripe A «con menos muertos que ningún año y sin ninguna vacuna».
Según su criterio, las personas que han pasado la gripe tienen además la ventaja de que han quedado inmunizadas contra el virus «espontáneamente» para los próximos cincuenta años.
Ha insistido en que no hay ensayos clínicos que garanticen la eficacia de la vacuna, un tratamiento que ha comparado con «un coche sin ruedas, que puede ser seguro, pero no vale para nada».
En cuanto a los antivirales ha recordado que cuando se autorizaron no se incluyeron en la Seguridad Social por su «inutilidad» y, por eso, ha proseguido, «me sorprende que posteriormente no sólo entren sino que además se dispensen directamente».
Gervas ha criticado que las autoridades sanitarias se hayan preparado para lo peor, como si la gripe fuera «un ataque nuclear», algo que ha calificado de «imprudencia culpable penalmente», porque consume unos recursos que es «intolerable» que no se destinen a otros usos sanitarios mucho más acuciantes.
El doctor no ha criticado sólo el afán lucrativo de los laboratorios farmacéuticos porque el negocio generado en torno a la gripe A es mucho más amplio. «El diablo somos todos, no sólo la industria farmacéutica», ha ironizado.
Así, ha recordado que la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, se ha convertido en la más popular del Gobierno «gracias a la gripe A», que la OMS ha encontrado un fundamento para su «presencia en el mundo» y que los medios de comunicación se han beneficiado del «catastrofismo».