presentado esta semana en Madrid, nace de la observación y la preocupación de su autor por la situación actual que vivimos.
«Es un libro que no me planteé hacer hasta que no me di cuenta de cómo se estaba desmoronando la sociedad desde el punto de vista interno», cuenta Borja Cardelús (Madrid, 1946) en una entrevista con ESTRELLA DIGITAL. En su opinión, la situación de nuestro país podría compararse a la de «un edificio hecho con cimientos y ladrillos de arena sobre el que es imposible construir algo». «Mi intención es contribuir, a través del humor, a que mejore la situación, que no es nada buena», cuenta el también autor de la Trilogía de las Américas y de los largometrajes documentales La obra de Legazpi,El camino real y Crónicas paralelas de Iberoamérica.
Tras el título del libro, El país de las furgonetas blancas, Cardelús saca a la luz toda una filosofía de vida, la de un país «de servicios» que no fabrica y que por ello se ve obligado a repartir objetos y maquinaria fabricada en otros países. Los ciudadanos españoles, «de naturaleza nómada y autónoma», históricamente han elegido el individualismo como estilo de vida, una decisión que, en opinión del autor, siempre nos ha traído «problemas».
Entremeses teatrales
A través de 27 capítulos concebidos como relatos independientes o, como prefiere llamarlos Cardelús, «entremeses teatrales», el autor explica no sin ironía cómo España, en dos periodos completamente diferentes de la Historia -el Descubrimiento de América y el ingreso en la UE-, ha tenido dos oportunidades para convertirse en una gran potencia y las ha desaprovechado.
«Todo se resume en que no fabricábamos en la época de las colonias y tampoco lo hacemos ahora», cuenta el escritor, quien lamenta que gran parte del dinero que recibió España de los fondos de la UE se malgastara en «llenar el campo de vehículos Mercedes».
La obsesión por los deportes del español medio -«somos catedráticos en este campo», dice con humor el autor-, el ‘boom’ inmobiliario, los escasos conocimientos de los jóvenes o la histórica pereza laboral, son algunos de los temas que aparecen en estos relatos, escritos con sencillez y a veces «con brutalidad».
La experiencia de sus viajes al extranjero y de su observación de la realidad han dejado a Cardelús un sabor amargo, por lo que el autor no se muestra muy optimista con el futuro. «Si en 500 años no hemos sido capaces de evolucionar ahora no veo muchas perspectivas de cambio», dice con escepticismo, aunque recuerda que son «primordiales» la «seriedad y la honestidad» en todos los gobernantes.
La juventud española
Borja Cardelús y Muñoz-Seca también traslada al libro su interés y preocupación por la realidad de la juventud española, un sector de la sociedad que, en general, «no se ha formado, cree que el dinero cae del cielo y no valora el esfuerzo ni el trabajo».
Esta visión de las nuevas generaciones tiene mucho que ver con el espíritu individualista de los españoles. Este estereotipo, que ha demostrado ser uno de los más reales de todos los que se nos atribuyen, es «inamovible», a juicio del escritor. «Históricamente, el español siempre ha sido autónomo, ha elegido ir por libre, lo cual significa que es individualista», explica, para justificar el motivo por el cual al español medio no le gustan las leyes ni las normas. «A la hora de actuar, el español no piensa en la sociedad, sino en sí mismo, y todos conocemos las consecuencias que eso conlleva», comenta Cardelús.
Los españoles, «viejos hidalgos que continúan moviéndose por las apariencias», siguen marcados por la envidia «destructiva» y las pocas ganas de trabajar que Larra, allá por los comienzos del siglo XIX, denunciaba con acritud en sus Artículos. «Si Pedro Muñoz-Seca viviera ahora, sin duda encontraría gran inspiración en la sociedad actual», dice Cardelús, en referencia a su abuelo, el reputado autor teatral gaditano, uno de los mejores dramaturgos del siglo XX.
Y si hay cosas que no han cambiado, como el mal de la envidia, hay otras que «han empeorado, como la escasa tendencia de los españoles a cultivarse». A pesar de la dureza de la situación actual, Cardelús, es partidario de seguir observando los comportamientos humanos -puede que este libro se lleve a la televisión o al teatro- y trasladarlos al papel con humor y distancia, para que podamos reflexionar sobre ellos.