Tras reconocer que algunas de las decisiones a tomar serán «difíciles y dolorosas para algunos trabajadores», explicó que las mismas son necesarias para salvaguardar la marca en un mercado afectado por la crisis económica y la creciente competitividad.
Solicitó por ello la colaboración de los sindicatos, a los que pidió que contribuyan al plan de saneamiento, y también a los gobiernos con plantad Opel.
Nick Reilly confirmó que la aplicación del plan de saneamiento costará unos 3.300 millones de euros, cantidad a la que GM, dijo, contribuirá con sus propios medios.
El jefe interino de GM Europa defendió la decisión de la matriz estadounidense de retener Opel y Vauxhall y lamentó que este proceso se esté prolongando durante tanto tiempo.
«Es necesario hacer un esfuerzo para concluir este proceso de intercambio de información y consultas cuento antes, digamos en un plazo de tres semanas», afirmó