Por ello, recomienda que se mejore la supervisión microeconómica, que se desarrolle una cooperación «más efectiva» entre bancos centrales y que se fomenten las inspecciones «in situ», en lugar de a distancia.
De este modo, Palmer subraya que la crisis habría sido menos seria y dañina si las autoridades supervisoras hubieran tenido un papel más prudente y más efectivo en numerosos países, con lo que se hubiesen identificado productos con excesivo peligro, como las hipotecas de alto riesgo.
En su artículo, el autor recalca que, de los múltiples factores que han originado la crisis, el G-20 sólo ha actuado de manera adecuada con la creación del Consejo de Estabilidad Financiera.