El resultado ordinario neto, que no recoge el efecto de variables como los impuestos o el resultado por enajenaciones y deterioro, se redujo un 21,8% hasta septiembre, lo que contrasta con el descenso del 1,3% del mismo periodo de 2008, y se traduce en un deterioro de la rentabilidad.
Por lo que respecta al empleo, cayó a una tasa del 2,6% entre los pasados meses de enero y septiembre y afectó fundamentalmente a las plantillas de empleados temporales. Los gastos de personal bajaron un 1,1% debido a la contención de las remuneraciones medias y al descenso en el número de trabajadores.
Así, el 62% de las empresas aplicó reducciones de plantilla hasta septiembre, frente al 44% contabilizado un año antes, mientras que las remuneraciones medias crecieron sólo un 1,5%, la mitad que en 2008, ante los menores incrementos negociados en los convenios y la caída del componente variable de los salarios.
El director general del Servicio de Estudios del Banco de España, José Luis Malo de Molina, explicó que estos datos ponen de manifiesto «un cierto alivio en la contracción de la actividad» que confirma que «lo peor de la crisis ya ha pasado», aunque sus efectos sigan pesando sobre la actividad empresarial y se prolongue el efecto sobre el empleo.
Asimismo, explicó que los efectos de la crisis sobre los beneficios empresariales se han visto aminorados por los «excepcionalmente bajos» tipos de interés, que han permitido una reducción de los gastos financieros, pero advirtió que no es previsible que en el futuro la cuenta de resultados se beneficie de menores costes financieros.
Sanear balances y reducir deuda
Aunque eludió referirse a la previsible decisión del Banco Central Europeo (BCE) de subir los tipos de interés desde mediados de 2010, Malo de Molina advirtió de que si el precio del dinero sube, la variable de los gastos financieros «puede jugar al contrario» y perjudicar la cuenta de resultados de las empresas.
En este sentido, reclamó que las compañías comiencen a sanear sus balances y reduzcan su nivel de endeudamiento, si bien reconoció que se trata de un objetivo difícil de lograr en momentos de crisis.
«Para crecer, la economía debe hacerlo sobre tasas de endeudamiento más bajas. Las empresas tienen pendientes el saneamiento de sus balances», insistió.
También valoró que la progresiva internacionalización de las empresas españolas les dota de mayor capacidad de generación de beneficios en momentos difíciles. «La mayor capacidad para resistir frente a condiciones adversas no viene solo por la permanencia en el euro, sino también por la modernización del tejido empresarial español», dijo.
Además, aunque la rentabilidad de las empresas se ha reducido, sigue siendo superior a los costes, lo que supone una postura favorable para que cuando se reanude la actividad se reactive también la inversión, sostuvo Malo de Molina.