Ahmadineyad ya había criticado la decisión adoptada el pasado 27 de octubre por una amplia mayoría de la Junta de Gobernadores y había señalado en particular a Rusia, país al que advirtió que había «cometido un enorme error» por no saber analizar la coyuntura internacional. En este sentido, el mandatario insistió en que para el régimen iraní, la controversia nuclear ha quedado cerrada y no existe más necesidad de diálogo. «Irán no hará concesiones a nadie, y en ningún momento renunciará a sus derechos legítimos. Para nosotros es un asunto cerrado», subrayó Ahmadineyad antes miles de personas que durante todo el discurso gritaron «muerte a Israel», «muerte a EEUU».
Tras conocer la resolución de la Junta de Gobernadores, Teherán anunció que reduciría su cooperación con el citado organismo dependiente de la ONU. Anoche, Ahmadineyad aclaró que esa colaboración será mínima, y explicó que se limitará a aplicar únicamente y de forma estricta la ley. Como segunda medida, el Gobierno iraní reveló el domingo que pretende construir otras diez plantas de enriquecimiento de uranio en diversas partes del país para dotarse de su propio combustible nuclear.
Levantamiento
En la entrevista televisada la noche del martes, Ahmadineyad precisó que se levantarían en diversas zonas del país para evitar posibles ataques y que serían dotadas con centrifugadoras de avanzada generación. Este miércoles, en Isfahan, en el centro de Irán, volvió a reiterar que su país no teme ataque alguno y que Israel no tiene capacidad para frenar «siquiera un ápice» el sospechoso programa nuclear de Irán «El régimen sionista y aquellos que lo apoyan no pueden hacer nada para detener el desarrollo de Irán… ni siquiera en sueños», concluyó entre aclamaciones de los asistentes. Gran parte de la comunidad internacional, con Estados Unidos e Israel a la cabeza, acusan a Irán de ocultar, bajo su programa nuclear civil, otro de naturaleza clandestina y aplicación bélica cuyo objetivo sería la adquisición de armas atómicas.