Tres de los principales banqueros, el presidente y consejero delegado de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, de Morgan Stanley, John Mack, y de Citigroup, Dick Parsons, no asistieron a la reunión debido a «inclemencias del tiempo», aunque se conectaron por teléfono, según informó la Casa Blanca.
Entre los que sí asistieron estaba el presidente y consejero delegado de American Express, Ken Chenault, de JP Morgan Chase, Jamie Dimon y de Bank of America, Ken Lewis, y de Wells Fargo, John Stumpf, además del vicepresidente de Goldman Sachs, Gregory Palm.
El mensaje que el presidente ofreció en el encuentro fue muy simple, según palabras del propio Obama: «Ahora que los bancos ya están recuperados, después de haber recibido una asistencia extraordinaria con dinero del contribuyente, esperamos de su parte un compromiso extraordinario para ayudar a la recuperación económica».
La idea de la Casa Blanca es que estas entidades reabran el grifo de la financiación empresarial para que los pequeños y medianos negocios puedan acometer sus inversiones y crear empleo.
No obstante, los banqueros, escaldados por el exceso de riesgo que acometieron en el pasado, se quejan de que muchos de los clientes no tienen la solvencia necesaria para darles financiación.
«Pido a estas instituciones que recapaciten sobre cómo están actuando cuando se trata de pequeños y medianos negocios», dijo el presidente tras el encuentro.
Las palabras de Obama se producen en un momento en que su popularidad ha caído a los mínimos de su mandato, un 49%, debido entre otros factores al aumento del desempleo y al uso que los grandes bancos han hecho del plan de rescate bancario lanzado el año pasado por importe de 700.000 millones de dólares.
Algunas entidades han devuelto ya la cantidad que invirtió el Gobierno, como ocurre con los 4.500 millones que recibió el Bank of America, o los 25.000 millones de JP Morgan.
Este lunes mismo, Citigroup anunció un acuerdo con el gobierno de EEUU para devolver los 20.000 millones de dólares recibidos desde 2008.
Se calcula que los 22 principales bancos rescatados han recortado la financiación a los pequeños negocios en 10.500 millones en los últimos seis meses, situación que la Casa Blanca quiere resolver.