Los responsables del museo han presentado el viernes en un acto público celebrado en la pinacoteca, el resultado de los trabajos llevados a cabo sobre estas seis obras. De las piezas elegidas este año sobresale la tabla titulada La Sagrada Familia (1525-30), del pintor flamenco Jan Gossaert y que está considerada como una de las pinturas más importantes de la colección de arte antiguo del Bellas Artes bilbaíno.
Esta pintura presentaba un buen estado general de conservación pero tenía un estrato de barniz oscurecido y una fina capa de suciedad que han sido retirados, al igual que los pequeños retoques aplicados en restauraciones anteriores, que habían cambiado de color y desvirtuado el colorido original de la obra. También de la colección de arte antiguo, se ha tratado la tabla gótica del taller del aragonés Blasco de Grañén denominada Dormición de la Virgen (documentado entre 1427 y 1459), que presentaba restos de suciedad en la capa superficial, abrasiones y desgastes, sobre todo en los adornos dorados de la zona superior.
Procesos de restauración
De los fondos de arte vasco, se ha procedido a mejorar el óleo titulado Romería en la plaza, del bilbaíno José Arrúe, que había sufrido un ataque de hongos en el reverso del cuadro y que presentaba un estrato de barniz oscurecido y suciedad acumulada en la superficie. La serie de grabados de Goya Los proverbios o disparates (1864) -que el museo bilbaíno adquirió el año pasado-, ha sido otra de las piezas relevantes recuperadas en el programa de 2009.
Las dieciocho estampas de esta serie presentaban perforaciones en los bordes, por haber estado unidas en un álbum. Tenían también suciedad, manchas, desgarros y dobleces, entre otros desperfectos que han sido reparados. De los fondos de arte contemporáneo ha recibido tratamiento la escultura «El rapto del centauro» (1984), del donostiarra Andrés Nagel, que presentaba rozaduras, arañazos y abrasiones producidas, en su mayoría, durante los traslados de la obra.
La última de las piezas recuperadas pertenece al llamado «fondo oculto» del museo y se trata de una pieza de mobiliario: un escritorio alemán de mediados del siglo XVI de madera, alabastro y hierro, que tenía diversas pérdidas de material, en especial de las columnillas y los relieves de alabastro que lo decoran. También tenía grietas y una capa de suciedad que el departamento de conservación y restauración del Bellas Artes se ha encargado de eliminar.