«Sin embargo, los recientes desarrollos nos demuestran que ningún país europeo puede establecer, por sí solo, la agenda del mundo o desempeñar un papel destacado. En lo que respecta a la política exterior, creo que la UE tiene dos misiones que cumplir y dos pistas que seguir. La primera: hemos de seguir desarrollando una gobernanza económica mundial. La creación del G20 fue un gran paso. Resulta esencial reunir a los máximos protagonistas en torno a una misma mesa. En este contexto, los Estados miembros de la UE necesitan reforzar la coordinación de su política económica exterior».
«La segunda: hemos de revisar y reformar las relaciones con nuestros principales asociados. Pienso, en primer lugar, en EEUU, Canadá, Rusia, China, Japón, India, Brasil. La Cumbre de Copenhague nos demostró que Europa ya no consigue destacar dando el buen ejemplo. Se necesita algo más que el convencimiento de que tu propuesta es la mejor. Para participar en el juego, la Unión necesita tener peso político».