Fuentes jurídicas han destacado que se trata de un testimonio «fundamental» en la causa, por lo que su incomparecencia podría resultar decisiva a efectos probatorios cuando el tribunal tenga que deliberar.
Por ello, la fiscal ha solicitado al tribunal presidido por la magistrada Ángela Murillo que, en caso de que no se pudiera localizar al testigo protegido, tenga en cuenta su declaración ante el Juzgado y que se proceda a su lectura en el juicio.
Rodríguez pide para los cinco acusados penas de entre siete y dieciséis años y medio de prisión por delitos de colaboración con organización terrorista, receptación, falsificación de documento oficial y de tenencia de útiles para falsificación.
Mantiene que Bouchema creó en Alicante, donde se trasladó en 1999, una célula de apoyo al Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), cuya principal misión entre finales de 2004 y comienzos de 2005 fue «conseguir materiales para la fabricación de artefactos explosivos con los que cometer en el futuro atentados».
La investigación alrededor de los cinco acusados arrancó, según indicó ayer el instructor del caso, de la advertencia del testigo protegido, colaborador de la Guardia Civil y al que denominan «El Gordo», de que un grupo de argelinos estaban intentando buscar explosivos para atentar.
Según consta en el escrito de conclusiones provisionales de la fiscal, el grupo -liderado por Bouchema- a través de Bakel, contactó en Granada con «El Gordo», a quien ofreció hachís a cambio de Goma 2 o armas.
Ambos se entrevistaron posteriormente en Alicante, donde Bakel le comunicó «que tenía 100 kilogramos de explosivos pero que necesitaban más porque iban a hacer un ‘trabajo’ en El Corte Inglés de Princesa de Madrid» aunque, según indicó ayer el instructor, el colaborador «nunca dijo» que viera ese material, sino que el acusado sólo había afirmado que lo tenía.
Para obtener los explosivos, «El Gordo» contactaba con intermediarios identificados como «Tito» y «Emilio», relacionados con el entorno de las canteras de la zona, aunque las desavenencias entre ellos y Bakel acabó en una falta de acuerdo, lo que llevó al grupo a buscar explosivos, entre ellos, una sustancia a la que denominaban mercurio rojo, por otras vías.
Varios guardias civiles que participaron en la investigación han afirmado que las conversaciones intervenidas a los acusados demuestran «que estaban buscando mercurio rojo» para potenciar explosivos y que tenían «interés» en conseguir otros materiales con los que atentar.
Además, han ratificado que durante el registro de los domicilios de los procesados se incautó numeroso material, como una «maleta llena de relojes», varias cámaras de fotos, gafas de sol y útiles de perfumería.