MSF destaca que una de cada tres mujeres encuestadas confesó haber sido víctima de uno o más episodios de violencia sexual tanto en su país de origen, en los países de tránsito y/o en Marruecos. En total 63 mujeres con edades comprendidas entre los 2 y 40 años declararon haber sido agredidas sexualmente, el 21,5% eran menores de edad y un 10% tenía menos de 16 años. MSF estima que el porcentaje de mujeres agredidas es más elevado, ya que muchas mujeres se negaron a hablar de ello. «Desde el 2009 hemos visto claramente un aumento de violencia sexual pero creemos que esto es sólo la punta del iceberg por la dificultad de acceder a las mujeres», afirmó Alfonso Verdú.
El responsable de MSF de Marruecos señaló que también hay casos de hombres agredidos sexualmente, aunque estos casos son más difíciles de detectar debido a que se niegan a confesarlo o reconocer que han sido víctimas de la violencia sexual.
El 70% de las mujeres migrantes subsaharianas entrevistadas aseguraron que abandonaron sus países de origen huyendo de los conflictos armados, las persecuciones políticas y otras situaciones como los matrimonios forzados y la violencia doméstica. MSF asegura que el 29% de sus pacientes aseguró haber sido violada antes de abandonar su país.
En su camino a Europa muchas de estas mujeres caen en manos de las redes de trata y tráfico de personas pagando el peaje con dinero y en la mayor parte de los casos con su propio cuerpo. Las condiciones del viaje son infrahumanas, ya que son afinadas en la parte posterior de pick-ups que atraviesan el desierto sin apenas agua ni comida y a veces obligadas a recorrer a pie largos tramos para evitar los controles policiales o abandonadas en mitad de la nada. Otras mujeres son agredidas por hombres que se ofrecen a ayudarlas en su camino o son atacadas y violadas por grupos de armados. Un 45% de las entrevistadas aseguró haber sufrido una o múltiples violaciones durante el trayecto migratorio.
La vulnerabilidad de estas mujeres aumenta en el paso fronterizo entre Argelia y Marruecos en las ciudades de Maghnia y Oujda, donde el 59% de las 63 entrevistadas sufrieron agresiones sexuales en este tramo. Además, Oujda es el destino de los migrantes expulsados por las Fuerzas de Seguridad marroquíes a pesar de que oficialmente la frontera con Argelia se encuentra cerrada. Las deportaciones se suelen producir en horas nocturnas aumentando las probabilidades de sufrir agresiones de todo tipo.
«Atrapados en Marruecos»
Los migrantes subsaharianos que consiguen alcanzar Marruecos no encuentran unas mejores condiciones de vida, ya que deben enfrentarse a una situación de bloqueo indefinido en Marruecos como consecuencia de la aplicación de las políticas migratorias de la UE. MSF estima que unos 4.500 migrantes subsaharianos se encuentran atrapados en Marruecos sin posibilidad de avanzar hacia Europa o volver a sus países de origen. En este contexto, las mujeres y menores no acompañados son víctimas de agresiones por parte de delincuentes o redes de trata y tráfico de personas. Un tercio de las encuestadas confesó haber sufrido al menos algún episodio de violencia sexual en territorio marroquí.
Factores como su situación ilegal, el miedo y la sensación de pérdida de control de sus vidas impiden a estas mujeres denunciar los delitos a las autoridades o acudir a los servicios médicos. La elevada vulnerabilidad de las víctimas tiene graves consecuencias en su salud física y mental.
MSF reclama a Marruecos una respuesta integral a la violencia sexual que sufren los migrantes subsaharianos en su territorio que incluya el apoyo legal, sanitario y psicológico a las víctimas. Además, aquellas mujeres cuya vida corren peligro por haber logrado escapar de las redes de trata y tráfico de personas tampoco encuentran mecanismos de seguridad y protección por parte de las autoridades marroquíes. Concha Badillo subrayó que «hace falta un cambio de voluntad política». «No hay asistencia psicológica adaptada ni asistencia legal, las mujeres que escapan de las redes no saben dónde ir, no hay ninguna respuesta para ellas», destacó Badillo.
Por último, MSF considera que los países de la UE deben asumir la responsabilidad de las graves consecuencias que tienen sus cada vez más restrictivas políticas de migración y asilo que han aumentado los casos de violencia sexual y la posibilidad de perder la vida en viajes cada vez más largos y peligrosos con la esperanza de alcanzar una vida mejor en Occidente.