El menor condenado por la Audiencia Nacional a 6 años de internamiento en régimen cerrado y 5 años más de libertad vigilada por transportar parte de los explosivos utilizados en los atentados del 11-M, G.M.V., «El Gitanillo, quedará en libertad, según informó su abogado.
El letrado explicó que su patrocinado -el primer condenado por el 11-M-, quedará en libertad vigilada en estos días porque ya ha cumplido los 6 años en un centro de internamiento.
Según publica este sábado el diario El Mundo, «El Gitanillo, de 22 años, saldrá este sábado mismo del centro Los Rosales, en Madrid.
En noviembre de 2004 el juez central de menores de la Audiencia Nacional José María Vázquez Honrubia condenó a la citada pena al menor después de que éste admitiera los hechos y aceptara esa condena.
Al inicio del juicio, la fiscal decidió rebajar de ocho a seis años su petición de condena para evitar que el acusado tuviera que ingresar en un centro penitenciario ordinario en un futuro, tal y como recomendó el equipo técnico del centro de menores de Madrid en el que se encuentra desde su detención, el 15 de junio de 2004.
Menor de edad
Según la Ley del Menor, cuando los menores condenados a una medida de internamiento alcanzan los 23 años deben terminar de cumplir su pena en un centro penitenciario ordinario.
Dado que «El Gitanillo, también conocido como «Gabi, «El Guaje» o «Bambi, tenía 16 años cuando fue juzgado, de haber sido condenado a los ocho años de internamiento que en un principio pedía para él la fiscal -el máximo correspondiente al delito de colaboración con banda armada en la modalidad de transporte de sustancias explosivas-, los dos últimos años tendría que haber ingresado en una prisión de adultos.
La directora del centro aseguró en la vista oral que desde su ingreso, G.M.V. ha hecho «ciertos progresos, lo que indica que necesita continuar separado del ambiente social y familiar que le ha rodeado porque se ha comprobado que «no ha sido favorable para su desarrollo».
Además, destacó que las características psicológicas que presenta llevan a concluir que tampoco favorecería su rehabilitación el ingreso en un centro de adultos.