La Audiencia Nacional juzga esta semana al ex dirigente de ETA Javier García Gaztelu, «Txapote, por ordenar en diciembre de 1999 al «comando Basurde» trasladar de Francia a Madrid casi dos mil kilos de explosivos en dos furgonetas que los terroristas abandonaron al verse sorprendidos por la Guardia Civil.
En el juicio, que se celebrará el próximo jueves ante la sección segunda de la sala de lo penal de este tribunal, el fiscal Daniel Campos reclamará nueve años de cárcel para el acusado por un delito de tenencia de explosivos.
Según el escrito de conclusiones provisionales del fiscal, a finales de 1999 ETA decidió transportar desde Francia hasta Madrid «una importante cantidad de explosivo cuyo último destino y uso no ha llegado a determinarse, una tarea que debía realizar el «comando Basurde» de la banda que integraban Igor Martínez de Osaba, Alicia Saez de la Cuesta y José María Novoa Arroniz.
Para ello, los tres terroristas -condenados ya por estos hechos- se trasladaron el 19 de diciembre de ese año en el vehículo de Novoa a la localidad francesa de Dax, donde se reunieron con «Txapote, que los llevó hasta una casa en la que, junto a otras dos personas no identificadas, les dieron instrucciones para el transporte y les entregaron 100.000 pesetas (600 euros).
Sobre las 04:00 horas del día siguiente, el acusado condujo al comando hasta donde habían aparcado el coche de Novoa, con el que los miembros de este grupo se fueron hasta Bagneres de Luchon, cerca de la frontera con España.
Allí se encontraron con una de las personas con las que se habían reunido en Dax, quien les entregó una furgoneta Citröen «Jumper» con 950 kilos de cloratita, 50 de dinamita y 300 gramos de amonita y otra Peugeot «Boxer» con 688,5 kilos de cloratita, 50 de dinamita y 300 gramos de cloratita, ambas con el sistema eléctrico de ignición para cuya activación bastaba con conectar los detonadores.
Además de las furgonetas, que habían sido robadas en Francia y les habían sustituido las placas de matrícula por otras falsas, les dieron dos walkie talkies para mantener la comunicación entre los vehículos.
Novoa se encargó de conducir la Citröen y Martínez de Osaba condujo la otra, mientras Saez de la Cuesta iba delante de las furgonetas «haciendo funciones de lanzadera» con el coche con el que se habían desplazado hasta Francia para detectar la presencia policial.
Pese a esa vigilancia, añade el fiscal, sobre las 15:30 horas, cuando los tres vehículos circulaban por la carretera N-II, a la altura del kilómetro 204, en la localidad zaragozana de Cetina, la Guardia Civil dio el alto a Novoa por una infracción reglamentaria, descubriendo así la carga y deteniendo al conductor.
«Al percatarse de la situación, Martínez de Osaba abandonó la otra furgoneta en el kilómetro 205, en el término municipal de Contamina; mientras que Saez de la cuesta dejó el coche en un paso elevado de la carretera N-234 en Calatayud, tras lo que se dieron a la fuga y se fueron hacia Barcelona.
En la Ciudad Condal permanecieron escondidos hasta mediados de marzo de 2000, cuando cruzaron la frontera y llegaron hasta Tarbes, donde «Txapote» los recogió y los dio cobijo en un piso cuya ubicación concreta no se ha determinado.
Seis meses después, García Gaztelu les dio instrucciones para trasladarse nuevamente a España «para continuar con sus ilícitas actividades».