El PSOE ha escenificado este martes su soledad parlamentaria al ser el único partido que apoyó la reforma laboral propuesta por el Gobierno y cuyos votos sirvieron para convalidarla frente a las abstenciones del PP, CiU, PNV, CC, UPyD y UPN y los rechazos de ERC-IU-ICV, BNG y NaBai.
En cualquier caso, todos los grupos parlamentarios respaldaron por unanimidad que el decreto de la reforma laboral sea tramitado como proyecto de ley por el procedimiento de urgencia con el objetivo de que se puedan introducir enmiendas en la tramitación parlamentaria.
En la convalidación del decreto sorprendió la abstención del diputado socialista y ex secretario general de CCOO, Antonio Gutiérrez, que decidió no seguir la directriz del partido. Gutiérrez consideró que el decreto aprobado por el Gobierno sobre la reforma laboral es «un desaguisado» que «abarata todos los despidos» y aseguró que se trata de una discrepancia «puntual» y que por encima de todo está el respeto a la libertad individual y colectiva.
A este respecto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguró que no está molesto con esta decisión y que siente «mucho» respeto por su opinión.
«La reforma no abarata el despido»
Durante su intervención en el Congreso, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, aseguró que la reforma laboral favorece directamente a más de 8 millones de parados o trabajadores con un contrato temporal, mientras que mantiene los derechos de otros 11,5 millones de asalariados con contrato estable.
Según el ministro, la reforma no abarata el despido, puesto que cualquier trabajador con contrato indefinido percibirá la misma indemnización «antes y después de la reforma».
Por su parte, la portavoz del grupo del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, ha abogado por debatir en la Cámara el decreto con el nuevo modelo laboral para conseguir que la «reforma del despido» se convierta en la reforma que fomente el empleo.
Sáenz de Santamaría asegura que el proyecto del Ejecutivo «no soluciona problemas antiguos» del mercado de trabajo y «crea otros nuevos, por lo que «aumenta la confusión» y merma la seguridad jurídica.
Una «contrarreforma»
Siguiendo con las abstenciones, el portavoz de CiU en la Comisión de Trabajo, Carles Campuzano, insistió en que la reforma «no supone una revolución del sistema de relaciones laborales» y dijo que «quedan aspectos sustanciales a debatir» como mejorar la flexibilidad interna de las empresas o las políticas de formación.
Desde el PNV, el diputado nacionalista Emilio Olabarria incidió en que la reforma supone el fracaso del diálogo social, «que en estos momentos está roto» y aseguró que lo que hace es complacer al mercado, «que nadie sabe quién es, ni qué forma tiene, ni a qué dedica el tiempo libre».
Rosa Díez, de UPyD, dijo que la reforma no clarifica ni resuelve los problemas del mercado laboral, ya que mantiene el problema de la dualidad entre fijos y temporales, y no aborda la negociación colectiva o la cobertura de los parados que agotan su prestación.
Entre los votos en contra, el portavoz de ERC en el Congreso, Joan Ridao, afirmó que es una «contrarreforma» que facilita el despido «exprés» y «precariza el mercado laboral, mientras que el portavoz de ICV, Joan Herrera, justificó su voto en contra en que es una reforma «valiente con los débiles» que refleja la «peor parte de la patronal, la que sólo quiere despedir».
CCOO y UGT han alertado, en un documento enviado a los partidos, de que la reforma laboral no actúa sobre la dualidad de la contratación y hace el empleo fijo igual de vulnerable que el temporal.