La reforma del sistema de pensiones se hará en el marco del Pacto de Toledo. José Luis Rodríguez Zapatero se sacudió la responsabilidad y colocó la pelota en el tejado de los grupos parlamentarios al asegurar que la reforma se negociará en el Parlamento porque no habrá «una propuesta exclusiva del Gobierno» pese al documento presentado a Bruselas, que amagó con un retraso de jubilación hasta los 67 años y luego se rectificó.
El representante de ERC no dio crédito a la promesa del jefe del Ejecutivo. «Tiempo al tiempo. La gente se echa mano a la cartera porque nadie se fía en este momento del Gobierno, dijo Joan Ridao, quien acusó a Zapatero de haber «reventado» el Pacto de Toledo con su decisión de congelar las pensiones y de haberse hecho merecedor del «descrédito» de los ciudadanos.
Para ERC, la estrategia del presidente consiste en «navegar permanentemente entre dos aguas» porque promete unas cosas y luego «se inmola ante quien haga falta» y acaba haciendo lo contrario. Ridao recordó que la reforma no es acuciante porque en este momento hay 8.000 millones de superávit. «Reforma, sí, pero con buena letra, recomendó el independentista catalán. En este punto, el presidente le dio la razón, al afirmar que hay que tomar decisiones con los ojos puestos en el año 2025, cuando habrá cuatro millones más de pensionistas.
Cuando le llegó el turno a Mariano Rajoy, su pregunta sobre la coherencia del Gobierno en materia de economía se convirtió en una retahíla de reproches sobre los continuos cambios de opinión del jefe de los socialistas. Salieron a relucir el «respeto» al Pacto de Toledo y su «liquidación» con el tijeretazo; sus reproches al PP sobre el sueldo de los funcionarios y su recorte; la ayuda de 400 euros y su posterior supresión y su negativa a abaratar el despido, que luego se ha visto enmendada en el decreto de la reforma laboral.
Eso envalentonó al presidente, que echó en cara al líder del PP que nunca se contradiga «porque nunca dice nada». En ese momento, el hemiciclo se convirtió en una jaula de grillos por los gritos de los diputados de uno y otro bando. «Su discurso se reduce a criticarme, pide una reducción del déficit y no la apoyan, reclama una reforma laboral y luego dice que no le gusta, hay que mojarse señor Rajoy, se creció Zapatero ante la imagen del grupo socialista puesto en pie y aplaudiendo con fervor.
En opinión de Zapatero, Rajoy ha seguido los consejos de los conservadores británicos y se ha negado a hacer propuestas concretas a la espera del rédito electoral. «Usted se ha creído que puede «navegar por encima de la ola pero la gente le tiene calado, bramó Zapatero desde la tribuna mientras arreciaban los aplausos en forma de una terapia necesaria para un presidente en horas bajas.