El presidente catalán, José Montilla, ha abogado este viernes «por el pacto» y el diálogo con el Estado pero ha avisado de que, si España no cambia y hace posible una relación de confianza, que debe pasar por una reforma constitucional, Cataluña sólo tendrá una relación de interés con el Estado.
El presidente ha lanzado este toque de atención a España en su intervención en el pleno extraordinario sobre el Estatut, que ha durado alrededor de una hora y en la que ha insistido en sus tesis de que en el futuro, «cuando se den las condiciones favorables», habrá que «recuperar las garantías jurídicas» del Estatut anterior, «muy probablemente por medio de una reforma de la Constitución que reconozca explícitamente nuestra realidad nacional», ha señalado.
«Si España quiere dar una solución al secular problema catalán, ha de estar dispuesta a cambiar», ha advertido el presidente, que cree que debe comenzar por «admitir que se trata no del problema de unos cuantos, sino de un problema constitutivo de su propia esencia».
La intervención del presidente catalán ha estado marcada por la masiva manifestación del pasado sábado, un momento «grave» de la historia de Cataluña, pero también por la entrevista que Montilla mantendrá la semana que viene en Madrid con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Carretera y manta… a la Moncloa
En este sentido, Montilla ha avanzado que, «para empezar», piensa presentarse en la Moncloa desde la «exigencia, el diálogo y la negociación», con el objetivo de «proponer otras vías para dar cumplimiento al contenido del pacto suscrito», como por ejemplo la utilización de los artículos 150.1 y 150.2 para trasferir cuestiones que no han sido posibles o bien con reformas de leyes estatales.
El mensaje que Montilla envía a España para que «cambie» y acepte la realidad nacional catalana no ha estado exento de duras críticas de fondo, al PP, al PSOE y al conjunto de la sociedad española.
«Si España quiere dar una solución al secular problema catalán tiene que estar dispuesta a cambiar. Empezando por admitir que se trata no del problema de unos cuantos, sino de un problema constitutivo de su propia esencia. Un problema de reconocimiento democrático de la realidad plurinacional de España».
Para Montilla, «Cataluña muestra síntomas de fatiga», sobre todo cuando ve que «núcleos que conforman un sentimiento español bastante extendido no parecen demasiado interesados en corresponder».
Los sentimientos hacia España
El presidente de la Generalitat ha reclamado, en este contexto de «desafección sentimental», que las instituciones políticas, económicas y sociales de España se «preocupen seriamente».
«Francamente, resulta sorprendente ver, no ya la hostilidad de una minoría radical y estrepitosa, sino la indiferencia de una mayoría confiada en una supuesta inmutabilidad de la realidad española», ha subrayado Montilla, en una alusión al PP que luego ha extendido implícitamente a sectores del PSOE.
A todos estos ámbitos políticos, Montilla ha alertado: «La animadversión o la indiferencia del otro son el peor punto de partida si se quiere resolver adecuadamente un problema agudo», como el planteado por el Tribunal Constitucional.
Partiendo de que el progreso es «solo posible» desde las «identidades múltiples y no excluyentes», ha rechazado ceñir al «interés» la relación de Cataluña con España, «ignorando la profunda vinculación emocional que también sienten, sentimos, y tienen millones de catalanes».
«Recuperemos afectos si es posible pero, por encima de todo, hagámonos respetar para avanzar. Y lo primero de todo es hacer respetar el Estatut, no abandonarlo, ni menospreciarlo, ni ignorarlo», ha concluido Montilla, que ha apelado a la unidad de las fuerzas catalanistas.