El primer pleno del Congreso después de las vacaciones de verano ha girado en torno a la economía. Más concretamente, sobre los próximos Presupuestos Generales, las pensiones y la reforma laboral. Mariano Rajoy se encaró con el presidente del Gobierno para reprocharle su intención de contentar a los nacionalistas vascos con competencias a cambio de su apoyo a las cuentas. Como si no hubiera sido así cuando era el PP quien gobernaba. Con CiU volvió a ponerse de manifiesto lo cerca que están las elecciones catalanas y lo distantes que están las relaciones con el Gobierno.
Aunque el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, no sacó a colación el traspaso de competencias sino la reducción de las inversiones en I+D+I, el tono con el que se dirigió a José Luis Rodríguez Zapatero demostró que es momento de llevarse bien, que para algo hay una negociación en marcha y un diálogo “constructivo”.
Fue diferente con CiU. El portavoz de la coalición nacionalista, Josep Antoni Duran i Lleida, reclamó al jefe del Ejecutivo que dé marcha atrás en la congelación de las pensiones para 2011 y que ahorre por otras vías “por una cuestión de justicia”. Sin éxito. Zapatero insistió en que se congelarán “por coherencia” y que habrá que reformar el sistema para garantizar su continuidad.
Como viene haciendo el PP desde que el PNV se convirtió en socio preferente, Rajoy pidió a Zapatero que no haga cualquier cosa por mantenerse en la Moncloa. Igual que Soraya Sáenz de Santamaría con la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. La portavoz del PP recordó que congelar las pensiones supone pasar por alto una decisión del Congreso “para estar un ratito más en el poder a costa de la Seguridad Social. De la Vega respondió con una larga serie de acusaciones.
Entre ellas, que el PP está “empachado de encuestas”, falto de “ambición de país”, sobrado de ansias electorales y en estado de “provisionalidad”. Las referencias a la caja única las devolvió con una clara alusión al caso Gürtel: “Ustedes sí que la han roto. Con la caja A y con la caja B”.