Unos 1.400 millones de habitantes de zonas urbanas vivirán en 2020 en situación de marginalidad, en asentamientos informales, sin la infraestructura y los servicios esenciales que tanto contribuyen a reducir el riesgo de desastres. Así se refleja en el Informe Mundial sobre Desastres 2010 de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, hecho público este jueves, que este año no ofrece grandes cifras sino que se centra en el entorno urbano, según ha explicado el coordinador general de Cruz Roja Española, Antoni Bruel.
El documento alerta de «los niveles inaceptables de riesgo urbano, teniendo en cuenta que por primera vez en la historia la población que habita las ciudades supera a la que vive en entornos rurales y se estima que superará el 69% en 2050. El informe destaca que 2.570 millones de habitantes urbanos de países con bajos y medianos ingresos son vulnerables a esos grandes niveles de riesgo, que se acrecientan por la rápida urbanización, la precariedad de la gestión urbana local, el crecimiento de la población, la deficiencia de los servicios de salud y, en muchos casos, la creciente oleada de violencia urbana. Además, gran parte de esa población urbana está sumamente expuesta a las consecuencias del cambio climático.
Bruel ha advertido a los responsables políticos que «o se frena la huida a las ciudades o se hará cada vez más difícil el abordaje de las situaciones de emergencia». Ya las organizaciones que se dedican a la cooperación internacional están intentando que la gente no se mueva de las zonas rurales, pues «la gobernanza en estos entornos es más fácil que en el medio urbano».
Este nuevo contexto urbano ha obligado a la puesta en marcha de una nueva generación de modelos en la cooperación internacional, como ya se está viendo en Haití. En Puerto Príncipe, la capital del país, la dificultad no radica tanto en realojar a las personas afectadas por el terremoto como en averiguar la propiedad de los terrenos en los que ubicar los alojamientos, lo que demora «muchísimo» las intervenciones de apoyo, ha explicado. Bruel ha destacado que «el suelo se convierte en un elemento fundamental, tanto en condiciones normales como en situaciones de emergencia».
El rápido aumento de asentamientos marginales ha propiciado también nuevos programas de cooperación asociados a la prevención de la violencia, como los que lleva a cabo Cruz Roja en América Latina, algo impensable hace años cuando se actuaba preferentemente en el medio rural. El informe pone de relieve que un año cualquiera más de 50.000 personas pueden morir en un terremoto y otros 100 millones pueden verse damnificados por inundaciones y serán los habitantes vulnerables de las ciudades los más afectados.
Cruz Roja insiste en que un buen gobierno es indispensable para asegurar que los habitantes de las ciudades estén capacitados y participen en el desarrollo de su entorno urbano, en lugar de que se les margine y se les deje expuestos a los desastres, el cambio climático, la violencia y la mala salud.
En el informe se asegura que el desalojo forzoso es una amenaza constante para los pobres de zonas urbanas.
Así, denuncia que millones de personas se ven desplazadas cada año por desalojos a gran escala impuestos por las autoridades públicas; a veces debido a proyectos de reconversión o embellecimiento o simplemente con el fin de expulsar a grupos que esas autoridades consideran indeseables.
El coordinador de Cruz Roja Española ha valorado las actuaciones que se hacen dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para mantener a las personas en las zonas rurales, donde pueden desarrollarse mejor, comer y tener un futuro. «La gente que se va de zonas rurales a grandes ciudades sin condiciones entra directamente en la vulnerabilidad desde el primer día, ha subrayado.