Era obligado dar tiempo al tiempo y ver si el Estatut que tan enredados nos ha tenido durante cinco años, asomara la cabeza en la campaña catalana. Todavía queda tiempo y quien sabe si en el cara a cara que van a celebrar Mas y Montilla asoma por alguna rendija. Los que están a pie de tierra dicen que no, que ahora de lo que se trata en las escasas jornadas que quedan es rascar votos de los ajenos. En el caso de Montilla se trataría de cautivar a los 300.000 votantes, presumiblemente del PSC, que se van a quedar en casa y en el caso de Mas conseguir ese voto más templado, silencioso pero necesario para la deseada aunque difícil mayoría absoluta. En estas circunstancias, hablar del Estatut es como sacar a pasear un espantajo que todos quieren tapar. Sus promotores y, desde luego, sus críticos, porque Alicia Sánchez-Camacho se ha cuidado muy mucho de recordar el recurso de su partido. La abstención está ahí, amenazante. Es muy dudoso que el ‘cara a cara’ sea un antídoto eficaz pero sí mucho más digno, más razonable que los espantosos vídeos exhibidos, incluido el del partido de Laporta, impresentable de todo punto de vista. La actriz porno de turno le dedica una canción al líder. Cataluña no se merece tanta grosería y todo indica que el Estatut no quitaba el sueño a nadie. ¿Abstención? Lo sorprendente es que alguien se sorprenda.