La Fiscalía ha elevado este miércoles a doce años de prisión la pena que solicitaba para un matrimonio acusado de haber torturado al hijo de él, azotándole con el cable del teléfono y marcándole las piernas con un cuchillo caliente, para castigarle por llegar tarde a casa u orinar de pie.
En la sección sexta de la Audiencia de Barcelona se ha celebrado este miércoles el juicio contra Amadou D. y Mariama B., casados en Guinea en régimen de poligamia y que en 2006 se fueron a vivir a Calaf (Barcelona) con dos hijos del primer matrimonio, entre ellos la víctima, y una niña de apenas meses de la segunda esposa.
La Fiscalía acusa a la pareja de haber torturado, maltratado y humillado en innumerables ocasiones desde entonces y hasta julio de 2008 a su hijo de nueve años, que debido a los reiterados azotes que recibía con el cable del teléfono y del televisor tiene hasta 57 cicatrices por todo el cuerpo.
Un día de julio de 2008, mantiene el ministerio público, Amadou D. marcó en las piernas a su hijo con una navaja previamente calentada con un mechero, en castigo por no orinar sentado para evitar mancharse la ropa antes del rezo musulmán.
Dos días después, el propio niño llamó por teléfono a los Mossos d’Esquadra para denunciar los maltratos que sufría, lo que motivó que la Policía autonómica se presentara en el domicilio familiar y se llevara al menor para ponerlo bajo la protección de la Dirección General de Atención a la Infancia (DGAIA).
La fiscal, que inicialmente solicitaba once años de cárcel, ha elevado este miércoles su petición en un año más, al considerar «gravísimas» las torturas infligidas al niño, mientras que las defensas de los acusados niegan los maltratos y exigen su absolución.
En sus declaraciones, la pareja ha afirmado ser víctima de un complot por parte de sus hijos que, según su versión, los habrían denunciado falsamente por los celos que sentían hacia la nueva esposa de su padre y porque temían que su progenitor les obligara a regresar a Guinea con su madre.
Los procesados han añadido que nunca se percataron de las numerosas cicatrices que el menor presentaba por todo el cuerpo, porque éste se bañaba y se vestía sólo.
El tribunal ha impedido este miércoles que el menor declarara en el juicio, como solicitaba una de las defensas, después de que la Fiscalía se opusiera a su testimonio al considerar que supondría una nueva victimización del niño, que arrastra un gran sentimiento de culpa por haber provocado el procesamiento de su padre.
Por este motivo, se ha exhibido en la sala una entrevista que el niño mantuvo con dos psicólogas designadas por el Juzgado, en la que ratifica con rotundidad los maltratos recibidos: «Me pegaban casi cada día con el cable de la televisión, en la espalda, en la barriga, en las piernas…», detalla.
A la pregunta de si perdona a sus padres, el niño, que pasó una temporada en un centro de acogida y ahora vive con sus tíos, contesta a las psicólogas: «todavía me lo estoy pensando».