lunes, noviembre 25, 2024
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Algo sigue oliendo a podrido en Madrid

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El ‘caso Gürtel’ está resultando para el PP de Madrid, presidido por Esperanza Aguirre, como el “chapapote” del Prestige para el gobierno Aznar. Todo lo que toca lo mancha. Con una salvedad, la Gürtel parece no acabar nunca.

La dimisión del segundo alcalde de Boadilla del Monte en la legislatura “para no perjudicar al partido”,  lejos de tranquilizar, crea alarma social por los delitos que se le imputan: negociaciones prohibidas a funcionarios, prevaricación, tráfico de influencias y cooperación necesaria en los delitos que a su vez se le imputan al anterior regidor, Arturo González Panero, expulsado del PP por su presunta implicación en la trama de corrupción de Correa. Juan Siguero, cuarto alcalde del PP que dimite por la Gürtel,  se convirtió en primer edil de la localidad madrileña de rebote, tras la dimisión de González Panero, conocido como «el albondiguilla». Fue el propio Panero quien, en un pulso en toda regla a la dirección del PP que apostaba por otra candidata, exigió que su sustituto fuera el ahora dimitido Siguero. Muchos enredos e incógnitas que no se aclararon hace dos años y que tampoco ahora tiene visos de aclararse.

¿Por qué Panero ligó su dimisión a que fuera Siguero quien lo reemplazara?

¿Por qué la dirección regional del PP aceptó el chantaje?

¿Por qué el PP no actuó cuando el expulsado Panero acuso al alcalde dimitido de haber intervenido en todas las adjudicaciones del Ayuntamiento incluidas en el sumario?

¿Por qué Esperanza Aguirre “agradece” la decisión del imputado y no lo expulsa?
 
A simple vista parece el chiste del dentista y su paciente: “¿verdad doctor que no nos vamos a hacer daño?” En este asunto, como en el chiste, parece que todos se tenían cogidos de semejante parte. El regidor dimitido fue nombrado tras la victoria del PP en 2007 concejal de Hacienda, cargo que compatibilizaba con el de tesorero del PP local y del grupo municipal. Demasiados cargos, todos relacionados con el dinero, y demasiadas amistades peligrosas con personajes de la trama Gürtel cuyas relaciones siguieron, incluso, después de destaparse la red corrupta y ser nombrado alcalde. Siguero estaba en el centro del objetivo de la Fiscalía y de la Policía por lo anterior y por la falta de colaboración con la Agencia Tributaria. Su imputación era cuestión de días.
 
Lo sorprendente es que la presidenta del Partido en Madrid se sienta tan gratificada por la dimisión de Siguero que ni se plantee ir más allá.  
Siendo como es escandaloso y grave este episodio, y mirando más allá de la casuística de Boadilla, se sigue viendo una enorme mancha de corrupción cuyo verdadero alcance se desconoce pero que parece afectar a muchos escalones del PP madrileño. Es evidente que algo huele a podrido en el partido desde desde hace tiempo. Y no tranquiliza que la dirección regional popular se ha descubierto al tiempo tan incapaz en la prevención como en el castigo. Por ello es hora de que desde instancias superiores a Esperanza Aguirre aireen la casa a fondo.
A veces ganar las elecciones por mayoría absoluta no basta para disipar el mal olor.

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