domingo, noviembre 24, 2024
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El rechazo de un sector de ETA a los estatutos de Sortu reactiva el miedo a una escisión en la banda

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  • Sortu garantiza que el rechazo a la violencia terrorista no tiene marcha atrás, incluso aunque no se permita su presencia en las elecciones municipales de mayo

Pasar de un estado de guerra a otro político no es un sencilla operación matemática. Al menos no para un sector de ETA que ha rechazado tajantemente la apuesta exclusivamente democrática con la que Sortu, la nueva marca de la izquierda abertzale, pretende revestirse para concurrir a las elecciones municipales de mayo. Fuentes cercanas a la lucha antiterrorista han asegurado a Estrella Digital que el desánimo ha vuelto a crecer en la izquierda abertzale ante la negativa «de un sector de la banda» a que Sortu incluya en sus estatutos su oposición «sin ambages» a la lucha armada.

Según estas fuentes, comienza a barajarse “dramáticamente” la posibilidad real de que la organización terrorista se resquebraje y termine dividida en dos: un sector compuesto por veteranos militantes aún en activo, decidido a poner fin cuanto antes y de la manera más decorosa posible a más de 50 años de terrorismo, y un ala constituida por jóvenes reclutados en los últimos cinco años convencida de la utilidad de la violencia para conseguir sus fines. Una situación similar a la vivida en Irlanda en 1998, cuando un grupo autobautizado como IRA Auténtico asesinó en la ciudad norirlandesa de Omagh a 29 personas con un coche bomba.

La disensión interna que vuelve a emponzoñar el fin consensuado de ETA mantiene bloqueado un nuevo comunicado en el que la banda iba a anunciar que el alto el fuego decretado el 10 de enero es irreversible. Este anuncio, que ha sido reclamado internamente por la comisión de mediadores que encabeza el abogado surafricano Brian Currin, incluye la exigencia al Gobierno de permitir la presencia de Sortu en las urnas. Un dirigente de la plataforma abertzale indicó a este diario: “ETA deberá difundir públicamente este nuevo paso tarde o temprano, porque el proceso es irreversible”.

Respecto a la incógnita que supondría una negativa del Tribunal Supremo a que Sortu concurra en las próximas elecciones municipales, esta misma fuente abertzale aseguró que no repercutirá en una marcha atrás “de los compromisos refrendados por el independentismo vasco sobre la normalización y la búsqueda de la paz definitiva”. En su opinión, la izquierda abertzale ya ha decidido que el rechazo de la violencia “no tiene vuelta atrás”.

Sin embargo, la tensión en el seno de ETA genera preocupación en el Gobierno. Pese a que no niegan que este proceso “tiene todos los ingredientes de ser el definitivo” y que es observado con “gran interés” por los responsables de la lucha antiterrorista, existen serias dudas de que las riendas se encuentren totalmente controladas por “el sector pragmático de la organización”. Fuentes cercanas del Ejecutivo han señalado a Estrella Digital que una de las inquietantes pruebas que barajan es que el entramado más político de la organización armada “ha vuelto a ser apartado”. Este grupo, que intenta convencer al ala más beligerante, está encabezado por Josu Urritikoetxea, Josu Ternera, en búsqueda y captura desde 2002. Fuentes abertzales lo niegan y acusan a los aparatos del Estado de tener intereses “aviesos” para hacer fracasar este nuevo proceso abierto en ETA. “Ni siquiera creemos que Urrutikoetxea forme parte de este nuevo rumbo”, afirman.

La dirección de Sortu ha decidido blindar el punto de “no retorno a la violencia” mediante adhesiones de colectivos sociales y políticos vascos. El sábado lograron afianzar en San Sebastián el compromiso de 300 organizaciones del País Vasco al denominado Acuerdo de Gernika, un documento que vio la luz el pasado mes de septiembre con la exigencia expresa a ETA “de declarar una tregua unilateral, permanente y verificable”, un paso que la banda aceptó hacer público el 10 de enero. Fuentes asistentes al acto del fin de semana reconocen a este diario que la izquierda abertzale necesita oxígeno para salir del lado oscuro en el que se encuentra y “superar resistencias”. El objetivo es evitar caer en un fatalismo insoportable para abrir otras cuestiones más espinosas en este largo y doloroso capítulo de la democracia española. Pero hay dudas, varios fracasos y muchas frustraciones.

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